Un relato verídico que posiblemete se haya dado en algún lugar del planeta, no hace tanto, entre dos frívolos.
Nos estamos posteando
Frivolidad —Querido, tráeme el bolso Dior —dijo la actriz tomando de una mesilla de caoba art decó el zumo de naranja que había pedido minutos antes.
—En seguida voy —indicó el marido de la actriz saliendo del baño envuelto en un bata color crema.
Con fastidio, la actriz tomó su bolso que estaba solamente a medio metro de distancia.
El matrimonio se encontraba viviendo en una de las suites del Hotel Ritz-Carlton, mientras el ejército de decoradores que habían contratado arreglaban su piso de la Quinta Avenida.
—Hoy tienes una reunión con Sam —Sam era el agente de la mundialmente actriz estadounidense de este relato, nominada por segunda vez al Oscar y ganadora en la edición pasada del Globo de Oro.
—Sam está hecho un insoportable: desde que dejó a su amante, ese muchacho aspirante a modelo de Calvin Klein, no ha parado de llorar.
—Pero para eso nos tiene a nosotros, querida; después de todos somos sus amigos —señaló el esposo de la actriz yendo hasta el vestidor. Esa vez decidió usar su traje Armani color azul noche y una corbata color crema de la nueva colección de Ralph Lauren, además retiró de la bolsa una camisa Versace. Por otro lado, eligió usar ropa interior Dolce & Gabbana.
—No lo soporto, cuando se vuelve una
histérica es peor que yo.
—¿Hoy no tienes la lectura del guión para esa nueva sitcom de la NBC? —preguntó el marido.
—Se suspendió porque la actriz principal está por dar a luz. Que contratiempo.
—Te entiendo… Uno le hace un favor a un productor amigo, cancelando presentaciones y mira como te tratan.
—Espantoso… fue espantoso, y lo peor de todo es que me avisaron a las diez de la mañana, cuando yo ya me había levantado. ¿Desperdiciar mis nueve horas de sueño por nada? Casi más me desmayo. Por esa maldita serie tuve que suspender una sesión de masajes Lomi-lomi, ¡qué injusta es la vida con los trabajadores!
—¿Cómo me veo? —preguntó el marido de la actriz
saliendo del closet.
—Deberías usar la corbata que te compré en Hermès —señaló la actriz.
—Pero usaré los guantes de cuero de Hermès. No quiero que nuestros amigos piensen que no apoyamos a Ralph.
—Haz lo que quieras… —hizo una pausa para dejar su zumo sobre la mesita—, yo me voy al spa; necesito relajarme. Es lo mejor luego de una sesión fotográfica. ¿A qué hora vendrás?
—No lo sé. Además, está la reunión con el senador en su casa…
—Es verdad… Yo no iré: dile que le mando besos y que estoy estresada para cócteles.
—Está bien, tú te lo pierdes.
Dijo el marido de la actriz saliendo de la habitación