Hola, hace algún tiempo escribí esto y pensé que a alguno le gustará (esperemos

)
Basicamente es un cuento corto sobre la angustia existencial, los problemas de comunicación en la sociedad, la soledad y el amor.
Espero que lo disfruten ^^
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Tenía la ilusión de que por fin había roto la pared y salido del túnel. Pero la vista que había conseguido no era tan favorable como prometía en un principio. Era de noche y aun podía sentir una humedad similar a la que me hacia compañía en el túnel. Traté de buscarte, pero no sabía como eras en realidad. Solo tenía un recuerdo muy borroso de una sonrisa que me regalaste y que me permitió ver más allá del túnel por una fracción de segundo. Sin embargo, ahora ya no estabas más del otro lado, yo me preguntaba: ¿en dónde te encontrarás?
Comencé a caminar por un viejo camino de tierra que tenía cerca de donde estaban los restos de aquel imaginario túnel que oprimió mi existencia durante tanto tiempo. Miré hacia atrás y sentí algo de nostalgia. Sin embargo, entendí que debía seguir adelante, dejando atrás aquel pasado tormentoso. La tierra húmeda se hundía bajo mis pies, generándome un gran placer: al fin podía sublimar al mundo.
Ví extrañas e irreconocibles figuras que se paseaban por el mismo camino que yo transitaba pero que, sin embargo, iban en sentido contrario. Intenté hablar con algunas de ellas, pero no había caso, no me daban ninguna respuesta. Comencé a desesperarme y corrí contra de la solitaria muchedumbre, con la esperanza de que notaran mi pequeña existencia gracias a algún choque. Me di cuenta de que no podía tocarlos ni sentirlos, eran como fantasmas. ¿O acaso era yo el fantasma?
La lluvia comenzó a caer copiosamente. Las gotas chocaban contra el sudor de mi frente que había aparecido por el miedo de ser el único ser que podía y quería sentir. La lluvia se llevó a la muchedumbre. Respiré aliviado, definitivamente había sido mi perturbada mente la que creó a esos seres, extrañando la soledad del túnel.
Me encontré solo nuevamente. Embriagado del miedo de volver a verme rodeado de aquellos, comencé a correr. La lluvia golpeaba con intensidad mi cara, pero no me molestó, me hizo sentir vivo por primera vez. La fatiga quería pasarme factura, pero mi necesidad de encontrarte se le interpuso.
A lo lejos vislumbré una pequeña figura que parecía llamarme tímidamente. No quise hacerme falsas ilusiones, por lo que avancé con cuidado. Al acercarme me di cuenta de que era una joven que me daba la espalda. Sentí como mi corazón se aceleraba cada vez más, creí que estaba frente a mi salvadora. Mi mirada se llenó de afecto y armonía. Intenté tocarla, pude hacerlo. Los miedos de que fuera otra ilusión se desvanecieron. Al sentir mi mano en su hombro, se dio vuelta y me sostuvo la mirada. La situación no pudo ser tan buena como me la había imaginado. Indagué en sus ojos, pero solo encontré soledad y tristeza. Busqué su sonrisa, pero solo encontré unos labios inexpresivos y deprimentes. Pero aun no había perdido todas las esperanzas, me seguía pareciendo familiar, no sabía porque. Tal vez era ella, solo que sin toda la luz alegre de aquel día en que nos vimos por primera vez. O tal vez era otra alma atormentada por la soledad, por la que yo sentí empatía cuando cruzamos nuestras miradas. No sabía que hacer. Tenía ganas de abrazarla, de besarla, de salir corriendo, de volver al túnel. Finalmente me venció la idea del abrazo, ya que el beso sería demasiado para la segunda vez que la veía y las otras dos me harían un cobarde. Con la esperanza de lograr lo que ella había logrado conmigo. Me abalancé decididamente esperando encontrarla, pero se hizo unos pasos atrás, dejándome en un peligroso estado de desequilibro. Sin embargo quedamos frente a frente, mirándonos profundamente. Su mirada me tenía perdido, bloqueado, pero creo que eso era lo que ella quería, ya que fue quien dio el siguiente paso. Nuestras bocas se vieron unidas, nuestras lenguas se encontraron en un frenesí de pasión y goce. Ahora podía ver su sonrisa. Al fin me la había vuelto a regalar. Iluminadora como la del primer día, detuvo la lluvia, despejó el cielo y dejó que la luna y las estrellas despejaran las tinieblas del camino.
El camino ya no era camino. Me encontraba abrazado a ella en un gran prado lleno de rosas. De pronto la ropa dejó de existir, el prado dejó de existir, las rosas dejaron de existir. Nosotros dejamos de existir. Nuestros cuerpos se unieron. Nuestras almas volaron juntas en esa nada que habíamos creado. Rompimos toda ley física conocida, nuestra materia se separó, nuestra energía se unió, arrasamos los astros más lejanos del firmamento. Acabamos con todo. No dejamos rastro ni de la nada misma. Al final, la necesidad de amar y la locura compartida de ambos nos llevaron a acabar hasta con nosotros mismos.
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Muchas gracias por leerlo, espero ansioso sus comentarios!