Llenó sus manos de tinta, sus pensamientos de palabras y sus palabras las plasmó sobre aquel cuerpo desnudo que se estremecía a cada sílaba, sobre aquella delicada piel que se erizaba a cada nuevo roce.
Ecribió poesías en sus ojos, dejó cuentos en su boca, fantasía en su frío torso y en sus manos una caja de sorpresas, vacía.