jojuevaz escribió:Yo creo que no es comparable el coleccionismo de obras de arte con el de videojuegos. Una obra de arte normalmente es única, creada por un artista y sólo existe esa unidad.
Un videojuego es una creación artística digital que para ser jugada se puede reproducir en diversos formatos. Su uso no es único ni exclusivo y se puede reproducir infinitamente sin pérdida de calidad.
Se puede parece más al coleccionismo de sellos que al de arte, dónde se prima la escasez de piezas antiguas.
Hay todo un mercado de arte que se centra en precisamente el hecho de no ser único pero si de tirada limitada
reconocida. Los grabados por ejemplo. Las tiradas van numeradas y firmadas, se inutilizan las planchas, certificados etc. Y hay un mercado que mueve mucho dinero con este tema. Dalí era una máquina de hacer dinero con este sistema. Lo veo bastante parecido a los videojuegos pero
sin el control que tiene una tirada de grabado. Este caso que nos ocupa es oscuro de narices: la certificadora esta, un precio desorbitado, un juego del que se han vendido millones y "sólo" quedan 5 precintados en el mundo...
La reflexión de la reproducción de la obra de arte es un tema que viene ya de los años 30 del siglo pasado y ya está muy teorizado.
La obra de arte en la época de su reproductibilidad técnica - Walter Benjamin. Ya reflexionó con el hecho de crear arte en serie, la experiencia de vivirlo, etc. Una lectura muy interesante y que ensancha horizontes en la concepción y disfrute del arte para no ceñirnos únicamente en la concepción de pieza única.
Y una anécdota que me pasó y que te hace aflorar un mercado totalmente desconocido para la mayoría... en mi caso, encargué una obra a un artista que tiene cierto nombre en los círculos donde se mueve. En este caso era un cartel que se reproduciría para servir de regalo y con una tirada corta de 100 ejemplares numerados y firmados por el mismo artista pero de forma muy casera (no se seguía el "protocolo" de grabados de edición limitada que decía). Cuando el artista los vio, hubo algun aspecto de la impresión que no le gustó y se dedicó a retocar uno por uno los carteles además de firmarlos y numerarlos.
Pues bien, posteriormente el artista me comentó que no quería que se le fuese de las manos el tema por si se "descubría" que los había retocado porque si salían al mercado, fácilmente estarían en 1.500 euros... Te hablo de un cartel que dábamos como regalo de recuerdo y que seguramente mucha gente acabó tirando...