Hoy
me ha visitado
el crepúsculo
bajo un manto
de carmín
con brillantina.
He visto
en el cielo
el mismo
halo de luz
que resplandece
en tus ojos
y he rozado
en las alturas
los astros
celestes.
Y me levanto,
aún dormido,
con la intención
de empapelar
el mundo
con el soplo
de brisa
que surca los mares,
con metros
y metros
de celuloide
donde siempre amanece
temprano
y el sol,
sinvergüenza,
profana las playas.
Hoy,
con mi máquina de escribir,
he decidido retratarte
tal y como eres,
efímera
como la realidad
sacada de contexto,
tierna
e insignificante
como las huellas
que alberga
la memoria.