De conservarlos, ni idea.
Mi abuela tenía tréboles de cuatro hojas en una jardinera de su chalé. Un día encontré uno y pensé "oh, qué guachi y superespecial, o sea"... hasta que miré alrededor y encontré otros 20. Le robé algunos de ellos y me los puse en una maceta. Curiosamente, en maceta y dentro de mi cuarto con luz suficiente los tallos les crecían el doble que al natural. Al irme de vacaciones de fin de curso nadie se acordó de regarlos y murieron todos, lo que habla mucho de mi suerte en los años posteriores. En la jardinera no han vuelto a salir más desde aquel año y desde entonces tengo la manía de mirar obsesivamente cualquier agrupación de tréboles en busca de alguno de cuatro hojas.
Mi vida es apasionante.