Gracias por el ofrecimiento, pero mientras el Conde no reclame impuestos de nuevo, no creo que me desalojen de mi humilde morada que por el momento me mantiene a salvo por las noches... si no atacan demasiados lobos... Si hubiese estado en mi carromato, no estaría ahora conversando con vosotros, pues sin duda, habría sido víctima de los lobos... lo que si no puedo rechazar es una escudilla de algún caldo que me caliente los huesos, y como bien he comentado, un trabajo que me permita pagar dicha comida... no busco caridad.