Cada vez es más evidente que el TTIP, el acuerdo de libre comercio entre la Unión Europea y EEUU, es un fracaso. Desde que las secretas negociaciones salieron a la luz, las ciudades europeas no han dejado de acoger manifestaciones en contra de su firma y el apoyo al acuerdo está bajo mínimos.
Sin embargo, el TTIP no es el único acuerdo que la UE tiene sobre la mesa.
Desde hace años, otro tratado se está negociando en las salas del edificio Berlaymont . Hablamos del CETA, un acuerdo de libre comercio entre los 28 y Canadá que ya ha sido llamado "el hermano pequeño" del TTIP. A continuación desgranamos algunas de las claves necesarias para comprender cómo el acuerdo cambiará nuestras vidas.
I. Negociaciones secretas
Todo comenzó en 2009. Bajo el lema de "fomento de comercio y la inversión", los representantes de Canadá y la UE iniciaron las negociaciones para crear el CETA, el acuerdo más ambicioso firmado hasta ahora por la Unión.
La versión oficial decía que el acuerdo supondría nuevas oportunidades para las empresas europeas y canadienses, incrementando el acceso a mercados de bienes y servicios y proporcionando nuevas oportunidades a inversores. Es decir, el mismo discurso que también ha sido usado con el TTIP.
No obstante, ese discurso no se hizo público hasta 2013, cuando Canadá y la Unión aprobaron un acuerdo de 1.500 páginas en las que se desgranaba lo firmado.
Stephen Harper y Jose Manuel Barroso tras firmar el acuerdo en 2013.
II. ¿Por qué nos debería preocupar el CETA?
A pesar de los argumentos esgrimidos por la Comisión Europea en favor del acuerdo, cuya supuesta puesta en marcha hará crecer en 12.000 millones de euros anuales el PIB de la Unión, las condiciones de la firma del tratado no son tan beneficiosas para la sociedad como parece.
Para Greenpeace, el CETA es "el caballo de Troya" de TTIP. Es decir, el tratado destinado a abrir camino para que el acuerdo con EEUU acabe aprobándose.
Las preocupaciones de la organización no son infundadas. Cualquier empresa estadounidense con filial en Canadá podría exportar productos a la UE. Además, tanto el TTIP como el CETA comparten la creación de los llamados tribunales de arbitraje internacional (ISDS), en los que cualquier multinacional puede denunciar a un Gobierno de la Unión.
Greenpeace se ha pronunciado desde el primer momento en contra de los dos súper tratados.
El mecanismo es perverso: una empresa denuncia a un Estado ante un tribunal privado, y por lo tanto influenciable, para poder obligar a este Estado a cambiar una ley que no le beneficia. La democracia y la soberanía de un Gobierno de la Unión se vería seriamente perjudicada en pos de otorgar concesiones a una empresa.
III. Cloro en la comida
Al igual que en el TTIP, la mayoría de los opositores al CETA denuncia otro hecho ampliamente negado por la Comisión: la rebaja de los estándares europeos por culpa de los canadienses.
Por ejemplo, en Europa muchos tratamientos de carne habituales en Canadá, están prohibidos. Este es el caso de la carne clorada, que consiste en lavar las carnes con cloro para desinfectarlas, algo que no está claro que sea precisamente eficaz, ni mucho menos libre de riesgos para la salud.
Para Greenpeace, el CETA es "el caballo de Troya" de TTIP, es decir, el tratado destinado a abrir camino para que el acuerdo con EEUU acabe aprobándose.
También está el preocupante uso de la ractopamina, un fármaco utilizado en Canadá para estimular el crecimiento de los cerdos que está prohibido en 160 países del mundo, entre ellos toda la Unión Europea. Si el acuerdo se firma, dentro de unos meses nuestros supermercados se verán inundados de pechuga de pollo clorada y magra de cerdo llena de aditivos.
Pero ahí no queda la cosa. Es de sobra conocido el exceso de productos transgénicos que sustentan el mercado canadiense. Desde maíz hasta aceite de colza pasando también por animales. La pregunta es: ¿queremos ver nuestras pescaderías inundadas de salmón genéticamente modificado?
Los movimientos de oposición al tratado están preocupados por la introducción de alimentos modificados genéticamente en la UE, carne lavada con cloro o la pérdida de soberanía de los Gobiernos en pos de las multinacionales.
IV. ¿Qué dice la Comisión?
A pesar de estos hechos de sobra conocidos, para la Unión Europea el acuerdo solo traería beneficios a los europeos. Para la Comisaria de Comercio, Cecilia Malmstrom, el CETA es "el mejor acuerdo que la UE ha negociado nunca".
Según la comisaria, Canadá se ha comprometido con las convenciones más importantes de la OIT y Naciones Unidas y se ha comprometido a mejorar las condiciones laborales y el medio ambiente. "¿Si no podemos aprobar el CETA con Canadá, con quién podemos hacer acuerdos comerciales?", se pregunta la comisaria, "el CETA es el CETA. No es el TTIP", prosigue.
Aunque el acuerdo fuera firmado en 2013, aún tiene que ser ratificado por los 28 estados miembros (sí, Reino Unido también) de la UE antes del 27 de octubre. Por el momento, los socialdemócratas alemanes del SPD han mostrado un amplio apoyo al tratado, a diferencia del Parlamento Valón belga.
Bulgaria y Rumanía también vetaron el acuerdo después de que fallaran las negociaciones por la supresión del visado necesario para que sus ciudadanos entren en Canadá.
Aunque el acuerdo fuera firmado en 2013, aún tiene que ser ratificado por los 28 estados miembros de la UE antes del 27 de octubre. Por el momento, dos de los 28 se oponen.
V. ¿Qué dice la sociedad?
Lo cierto es que conforme más se aproximan las fechas de la ratificación del acuerdo, crece la oposición social al mismo. Desde el pasado sábado hasta este martes se han sucedido numerosas manifestaciones en su contra en Alemania, Austria y Bélgica. Las alemanas fueron las más numerosas con 320.000 manifestantes en las calles de Berlín, Hamburgo, Munich y Frankfurt pidiendo el fin del CETA y del TTIP.
Queda por ver si estos movimientos de protesta surten algún efecto cuando llegue el momento de la ratificación."
fuente:
http://www.playgroundmag.net/noticias/a ... 16785.html