Es verdad que hoy en día los juegos son más complejos de programar, y es más probable que a los programadores se les cuele algún bug en la versión final. Pero llevando un control exahustivo y ordenado de lo que se hace, la cantidad de bugs debería ser mínima y de poca importancia.
Lo que no es normal es que surjan fallos tan gordos como el del formateo del DoA o el caché del Oblivion. En este último caso, con hacer que el juego limpie la caché cada vez que se inicie hubiese sido suficiente.
En última instancia, y si el fallo es lo suficientemente grave, está claro que las actualizaciones son la solución, pero no se debería tomar como norma el tener que actualizar los juegos cada dos por tres para corregir fallos.
Otro caso distinto serían las actualizaciones para añadir mejoras a los juegos, en cuyo caso serían bien recibidas. Y no hablo de contenido extra o modos de juego nuevos, sino de mejoras técnicas. Por ejemplo, optimizaciones en el motor gráfico para añadir nuevos efectos, hacer que vaya más suave o reducir el tiempo de carga de datos. Con el tiempo los programadores van aprendiendo a sacarle el jugo a la máquina, y utilizar esos nuevos conocimientos para mejorar juegos que sacaron hace un tiempo sería un gran acierto.
Los propios programadores de PGR3 dijeron que un poco antes de acabar el juego aprendieron unos trucos para mejorar el rendimiento, pero que ya era demasiado tarde para implementarlo. Nada les impediría, durante los meses posteriores a la salida del juego, a implementar esos cambios en el motor del juego y sacarlo como una actualización, para conseguir (por ejemplo) llegar a los 60hz.
Esto es para lo que deberían dejar las actualizaciones, y no para corregir las cagadas que no se han molestado en comprobar en la fase de testeo.