Pues en mi ex-empresa, también de un grupo americano aunque de capital español, cada año se superaban.
Nos hacían un regalito, no era una cesta. Un año fue un estuchito vacío, tenía sitio para meter bolis pero no tenía nada. El último año fue un portaminas, lo juro.
Llegó a tal extremo la cosa que todos estábamos de acuerdo en que preferíamos que el dinero se donara a causas benéficas, porque hasta nos daba vergüenza abrir la caja cuando nos la repartían delante de empleados de otras empresas que sí tenían cesta.