Yo quería una historia de amor de cine, y sin embargo me encontré con la realidad.
Me di cuenta que las cosas no son lo que aparentan. Que por una extraña razón tus sonrisas que me prometían la gloria de tu compañía eterna, no eran más que mentiras para elevar tu autoestima.
Jugaste conmigo como si no importara lo que pudiese pasar, como si cuando tu me dijeses que podríamos ser amigos yo me sintiese mejor y pensara que había valido la pena el haberte tenido a mi lado en tan corto tiempo. Allí la amistad no cabía. No después de lo que me hiciste.
Llegué a creer que la culpa fue mía, pero al final, para no ser injusto, decidí concluir en que la culpa fue de los dos. Tú me diste pie a pensar que podíamos llegar a ser algo más que amigos y culpa mía fue creérmelo. Siento haber sido tan inocente pero tengo un defecto y es que de los errores no aprendo. Hay algo en mi interior que a veces es un arma de doble filo. Olvido las cosas con facilidad y aunque aquella no fuese la primera vez si que fue la última y creo que definitiva. Tienes el honor de ser la mujer que acabó con mi ilusión machete en mano.
Ahora, un año después creo que esto fue precedente. En su momento creo que no le di la importancia que merecía y ahora recuerdo vagamente esos momentos en los que tanto me ilusioné, en los que no imaginaba otra cosa que tu cuerpo a mi lado al despertarme, en los que imaginaba que podía llegar a vivir un sueño. Incluso llegué a ilusionar a aquellos que me rodeaban. Recuerdo una imagen que no olvidaré jamás y fue el día que conocí a la Ilusión. La conocí reflejada en los ojos de una amiga, cuando me desnudé el alma delante de ella, bajo los efectos del alcohol para intensificar la sensación de honestidad. Cuando le contaba que soñaba con estar contigo me miraba con una sonrisa y unos ojos que brillaban de verme a mi tan ilusionado y donde veía la propia Ilusión.
Recé al amor para que me diese una oportunidad. Estuve casi seguro de que fuiste hecha para mi.
Bastaron unas semanas para que mi sueño cogiese un viaje de no retorno. Un único viaje de ida al valle de los sueños rotos. Es increíble como pueden ser ignorados los sueños. Incluso nos queremos convencer de que nunca fueron nuestros y ellos, resignados, aceptan que no quieras recordarlos.
Quise hacer ver que aquello no había sucedido y que no tenia mayor importancia. Desde entonces he estado sangrando en silencio y hoy...., hoy creo que se me ha acabado la sangre.