Según informa el diario The Korea Times, las autoridades de Corea del Sur en materia de competencia están investigando a Google por obstruir el desarrollo de una versión derivada o fork de Android por parte de Samsung. La acusación resulta familiar porque es uno de los puntos candentes en la investigación que en estos momentos también se está llevando a cabo en Europa con motivo del supuesto abuso de posición dominante de Google, que exige a los fabricantes de dispositivos con Android a firmar un acuerdo por el cual se comprometen a no lanzar versiones derivadas del sistema operativo.
Tizen no ha llegado muy lejos en el mercado telefónico, convirtiéndose en una opción minoritaria.
Técnicamente cualquier persona puede crear su propio fork de Android descargándose el código de AOSP (Android Open Source Project) y adaptándolo, cosa que hacen numerosos fabricantes chinos, pero esto implica perder servicios claves de Google y contraviene una cláusula de la Open Handset Alliance (la asociación que promueve la adopción de Android como plataforma unificada) que prohíbe la producción de dispositivos no aprobados por Google. En la práctica esto supone que compañías como Samsung deben escoger entre lanzar teléfonos Android con la bendición de Google o volcarse exclusivamente en su fork. Vender al mismo tiempo productos con Android y un fork del mismo sería por tanto imposible.
La imposibilidad de crear un fork propio llevó a Samsung a impulsar el desarrollo de Tizen, una plataforma rival que hasta ahora ha tenido una acogida muy tenue en el mercado y que es conocida principalmente por formar parte de los wearables de Samsung, sus televisores inteligentes y algún que otro móvil destinado al mercado indio. Sin el vasto catálogo de aplicaciones de Google, Tizen se ha convertido en una opción muy minoritaria y con pocas perspectivas de prosperar en el mercado telefónico.