La Universidad de Portsmouth ha realizado un estudio que examina las diferencias entre las personas que se descargan películas de forma ilegal y los que hacen lo suyo con la música. Los resultados establecen que aquellos que descargan cine son mucho más propensos a terminar pagando por el producto que los que consumen música, señalando además varias diferencias de tipología entre los individuos que descargan estos contenidos.
La investigación llevada a cabo por el Dr. Joe Cox y el profesor Alan Collins determina que los dos tipos de aficionados a las descargas ilegales son "especies diferentes". Aquellos que descargan cine de forma ilícita suelen estar más acomodados económicamente, se preocupan menos por las posibles consecuencias legales de su actividad y están dispuestos a cesar su actividad si sienten que están haciendo daño a la industria.
"Es interesante ver que la gente que descarga de forma ilegal grandes cantidades de películas sigue pagando por la consumición de cine legal en mucha mayor medida que los que descargan música", comenta Cox. "Sin embargo, no fue una sorpresa que los piratas más prolíficos tanto en películas como en música tienden a ser varones jóvenes".
Según la publicación, los cinéfilos que echan mano del P2P están motivados en primer lugar por ahorrar dinero, pero también por ayudar a que la obra del artista alcance al mayor público posible. Cox explica que esta consciencia sobre la autoría sugiere que las campañas que enfatizan sobre el daño a la industria del cine son mucho más efectivas que las de la industria musical.
"Una de las razones por las que los piratas de películas son una raza diferente, es porque descargar y compartir filmes es mucho más exigente tecnológicamente. Requiere conexiones a Internet mucho más rápidas, más capacidad de almacenamiento y acceso a más dispositivos de reproducción que para piratear música, lo cual ya es relativamente simple, rápido y barato".
Pese a que se trata de una comparación entre dos tipologías, el estudio contrasta en cierta medida con otros que aseguran que las redes P2P podrían favorecer también al mercado musical, al igual que al resto de las industrias de entretenimiento. Una idea que incluso respaldan sentencias sobre el asunto dentro de nuestra geografía.
La investigación llevada a cabo por el Dr. Joe Cox y el profesor Alan Collins determina que los dos tipos de aficionados a las descargas ilegales son "especies diferentes". Aquellos que descargan cine de forma ilícita suelen estar más acomodados económicamente, se preocupan menos por las posibles consecuencias legales de su actividad y están dispuestos a cesar su actividad si sienten que están haciendo daño a la industria.
"Es interesante ver que la gente que descarga de forma ilegal grandes cantidades de películas sigue pagando por la consumición de cine legal en mucha mayor medida que los que descargan música", comenta Cox. "Sin embargo, no fue una sorpresa que los piratas más prolíficos tanto en películas como en música tienden a ser varones jóvenes".
Según la publicación, los cinéfilos que echan mano del P2P están motivados en primer lugar por ahorrar dinero, pero también por ayudar a que la obra del artista alcance al mayor público posible. Cox explica que esta consciencia sobre la autoría sugiere que las campañas que enfatizan sobre el daño a la industria del cine son mucho más efectivas que las de la industria musical.
"Una de las razones por las que los piratas de películas son una raza diferente, es porque descargar y compartir filmes es mucho más exigente tecnológicamente. Requiere conexiones a Internet mucho más rápidas, más capacidad de almacenamiento y acceso a más dispositivos de reproducción que para piratear música, lo cual ya es relativamente simple, rápido y barato".
Pese a que se trata de una comparación entre dos tipologías, el estudio contrasta en cierta medida con otros que aseguran que las redes P2P podrían favorecer también al mercado musical, al igual que al resto de las industrias de entretenimiento. Una idea que incluso respaldan sentencias sobre el asunto dentro de nuestra geografía.
La vida del artista son los bolos no la venta de singles
Saludos desde Chile!!