La historia de The Stone of Madness transporta a los jugadores a un viejo monasterio español del siglo XVIII. Se trata de un centro de clausura que a su vez es un manicomio y una prisión inquisitorial donde encontramos a nuestros protagonistas, cinco prisioneros (Agnes, Leonora, Eduardo, Amelia y Alfredo), que tras ser martirizados con crueles castigos, locura y desesperación, deciden unir fuerzas para escapar. Para encontrar la manera de huir deberán explorar el monasterio a la vez que superan sus fobias y demencias.
En Steam hay una demo de The Stone of Madness.
Antes de dar sus primeros pasos por el monasterio, los jugadores deben tener en cuenta que cada personaje tiene su propio historial de traumas y fobias, unos rasgos que en caso de avivarse por las circunstancias que puedan vivir mermará su cordura y, en última instancia, provocarán un brote de paranoia, demencia o ataque violento. Además, los personajes tienen otros hándicaps. Por ejemplo, Eduardo es mudo y tiene miedo a la oscuridad, y Agnes es una bruja ciega y no es capaz de leer notas. A todo ello debemos sumarle el tiempo, que ejerce de juez.
En The Stone of Madness cada acción tiene una consecuencia y hay que tener en cuenta la hora del día en el que se toman las decisiones. Durante el día los guardas andan más distraídos y es recomendable usar estas horas para infiltrarse, explorar y obtener materiales. De noche, los habitantes paranormales del monasterio se manifiestan y afectan a la cordura de los personajes. Además, el monasterio tiene toque de queda nocturno, lo que aumenta la vigilancia de noche. Sin embargo, en ocasiones asumir un riesgo conlleva una gran recompensa. El juego permite a los jugadores ir a su ritmo, así que no hay prisa para escapar.
The Stone of Madness y Blasphemous son juegos muy diferentes en su apartado jugable y artístico, pero ambos coinciden en ser productos que aprovechan la historia y cultura de España. Con Blasphemous tenemos el arte religioso y la inspiración de pintores como Goya, mientras que The Stone of Madness combina el sigilo táctico de Commandos, uno de los juegos más conocidos del país, con la ambientación de La abadía del crimen, un clásico de culto de la era de los 8 bits.
