A falta de conseguir las últimas cuatro gemas de cristal de un total de 100 disponibles, y cansado de dar vueltas por el planeta Komoldo (buscando dos de ellas) y de repetir dos fases del planeta Desollem (para conseguir las otras dos), he dejado momentáneamente Scaler y he empezado Crash Twinsanity.
El problema es que el cambio ha sido brutal (para peor), ya que el desconocido Scaler le pega mil vueltas al archifamoso Crash Twinsanity. Para empezar, los tiempos de carga son considerables y por encima, cada vez que pierdes una vida tienes que comerte con patatas todas cinemáticas de nuevo. Después, a pesar de tratarse de una saga plataformera importante, resulta que lo más básico -la cámara y los saltos- están pésimamente implementados. La cámara puede moverse, pero en cuanto sueltas el mando, vuelve a colocarse en su posición original, que siempre suele ser la peor; y los saltos son un suplicio, ya que las distancias tienden a engañar, y no sabes si debes hacer un doble salto o uno sencillo (por desgracia, cuando tocaba hacer lo primero, haces lo segundo y viceversa, por lo que siempre acabas perdiendo una vida).
Total, que lo mandé a paseo porque hoy no tenía mi nivel de paciencia en el mejor momento y acabé poniendo Burnout 3: Takedown. Y la verdad es que no pude haber hecho nada mejor, ya que me pasé casi dos horas disfrutando de lo lindo. Desbloqueé 11 coches y superé varios retos, pero al margen de los avances inherentes al juego, lo que es una gozada es correr por esos circuitos contra unos adversarios correosos y competitivos, haciéndoles morder el polvo a velocidades de vértigo.
Hubiera seguido, pero cuando estaba metido de lleno en la acción, regresaron mi mujer y mi hija de la procesión y me fastidiaron el chollo... las desventajas de jugar en la tele del salón.