No sé de dónde sacas eso de que en latinoamérica la legislación sobre armas es más restrictiva que en Europa. Para empezar, habría que mirar país por país, pero en Guatemala por ejemplo es facilísimo obtener un arma legalmente. Infinitamente más que en la UE.
De todas formas es imposible comparar latinoamérica con EEUU primero, por lo anteriormente comentado de variedad de legislaciones en cada país y segundo y principal, porque al margen de lo que diga la ley, nos encontramos con muchas zonas donde la presencia del estado es muy débil o directamente inexistente y las leyes no se aplican o se aplican sólo en un porcentaje mínimo. No es ni de lejos el mismo escenario que en USA, donde el estado es muy fuerte y tiene la capacidad de de imponer la ley. Las leyes en uno y otro caso no tienen la misma incidencia ni en el número de armas en circulación, ni en el acceso a las mismas.
Por otra parte, siempre se deja fuera al factor humano y cultural en estas ecuaciones, y es importantísimo. Hay sociedades que simplemente no están maduras, ni preparadas, ni son lo suficientemente responsables para adoptar ciertas decisiones. Es triste, pero es así. Ni los afganos están preparados para una democracia a la occidental, ni los yankees para decidir si pueden o no comprar un arma. Igual que los suizos no estaban preparados para decidir si las mujeres podían votar o no (que tiene huevos, Suiza uno de los últimos países de Europa en legalizar el voto femenino porque una y otra vez en referéndum los hombres votaban que NO. ¡Y al loro, que en un cantón no les han reconocido el derecho al voto hasta 1991!)
Seguramente un arma en manos de un finlandés sea infinitamente menos peligrosa que en manos de un texano. Y eso no hay que perderlo de vista.
En lo de la despenalización de las drogas estoy de acuerdo, pero no es ni de lejos el único factor que incide en la criminalidad, porque más drogatas que en España en difícil encontrar (y aquí me da igual drogas legales que ilegales) y sin embargo hay uno de los índices de criminalidad más bajos del mundo. No digamos ya de asesinatos. Y si nos remitimos a delitos cometidos con armas de fuego, el porcentaje es ridículo.