Dadme una cámara, un micrófono y llevadme a cualquier punto del mundo de juerga nocturna, y os consigo a cinco chicos y chicas como esos. En cualquier sitio, sea Alemania, Japón, Noruega, EEUU o Andorra, me da igual.
El programa ha ido claramente a provocar y esos chavales no tienen ninguna culpa. No hacen daño a nadie, viven su vida como creen conveniente y mientras no dañen a terceros, oye, que me importa una mierda lo que hagan. Ahora bien, que una cadena de televisión privada juegue a montar escándalos y desvergüenzas como esta, es otra cosa. Pero eso ya queda para quien regula los contenidos de las cadenas de televisión, el gobierno que permite cualquier cosa a los de Telecirco/Prisa (dueños de cuatro) y quien vé estos programas. Quieren carnaza? ahí la tienen.
Si sales con una cámara y un micrófono a montar escándalos y provocaciones, obtienes programas y productos como ese. Desde luego a la clase poderosa del país le viene mucho mejor para sus chanchullos un chaval que esté todo el día de discotecas que uno que lea a Habermas o Kant.