El hombre vasco vasco es un hombre de la Tierra, un hombre recio. De una corriente telúrica surgió el primer vasco; mucho antes que cualquier otro hombre, antes que Dios. Habría que esperar varios siglos para que surgiera el primer español. La leyenda dice que Dios, que nació a imagen y semejanza de los vascos vascos, estaba contrariado por ver que su eternidad –que era falsa como hemos visto o al menos matizable- se encontraba siempre en entredicho al venir al universo después que los vascos. Entonces Dios dijo sus célebres palabras: “No es bueno que el vasco esté solo”. Después no hizo nada porque sabía como se las gastaban los vascos, algo que queda resumido en sus otras célebres palabras: “Estos vascos están majaretas”. Pero los vascos vascos, y también las vascas vascas, aunque no hacemos distinción por tratarse de la única especie en la que machos y hembras son iguales, oyeron al Todopoderoso. Oyeron lo primero, lo de la soledad, porque si llegan a oír lo segundo se lía. El más vasco de los vascos, continúa la leyenda, llevó su mano abajo con un rápido ademán y arrancóse los cojones mirando al cielo. Exclamó: “Los vascos tenemos tantos huevos que no necesitamos a nadie. Tenemos tantos huevos que ni nos hacen falta los huevos, ahí van” y dejólos en el barro. De la mezcla de barro y cojones de vasco brotó el primer español. Más tarde se fundaría España, la primera nación del universo y la que será la última cuando los ángeles toquen sus trompetas y el cielo se desplome sobre nuestras cabezas.
De ahí que vascos vascos y españoles mantengan desde entonces una relación de amor-odio. Los vascos de verdad mantienen pura su sangre pero saben que lo que consideran seres impuros son a su vez sangre de su sangre, en concreto sangre de sus testículos. Los españoles –más bellos, gráciles e inteligentes, condiciones necesarias para engrandecer la Unidad de Destino en lo Universal- se duelen del desprecio de los que en realidad son sus padres. Por eso desasosiega tanto el nacionalismo vasco, más todavía que el catalán, que al fin y al cabo está perpetrado por hermanos, y a los hermanos se les puede machacar, traicionar y destruir, pero no a los padres. A los padres hay que respetarlos, aunque sean vascos.
La noticia de la retirada de Jon Lapazaran, que se dedica al deporte tradicional de la siega, ha producido una honda conmoción en los vascos vascos. El “segalari” no ve esperanza para esta actividad que practicaban sus ancestros. No tiene porque ser así. Esta noticia en apariencia intrascendente resulta vital para el acercamiento entre padres vascos (vascos) e hijos españoles. Antes que cualquier otra cosa, y basta comprobarlo en las conversaciones ordinarias o en las relaciones internacionales, el deporte es lo que une.
Los vascos porque son muy suyos, al ser la especie primigenia, pero pueden darle un barniz moderno a sus deportes tradicionales, tanto éste como los de cortar troncos y levantar piedras, por ejemplo convirtiéndolos en disciplinas de gimnasio, y tendrían bastante éxito en el resto de España, o bien en España, si es usted aberchale, lector. Una vez consolidados se diversificarían perfectamente:
Stoning.- Me levanta usted piedras de plástico ligeras al ritmo de la musiquilla y siguiendo una coreografía.
Wooding.- Me hace usted movimientos de corte de tronco en un step, pero sin hacha, sólo simulándolos.
Pumping grass.- Clase semejante al spinning pero en la máquina aeróbica de siega.
Tai Duguna Folklore Taldea.- La danza vasca de las pataditas se ralentiza para convertirse en un ejercicio de relajación, elasticidad y control de la respiración.
Zaku lasterketing.- Trote habitual por la calle pero con un saco ligero cargado a la espalda.
Ingude altxaketing finlandesing.- En lugar de levantar yunques se reposa en uno gigante y caliente, donde se suda o se reciben masajes.
Zipota.- El antiguo arte marcial de origen vasco no podía llamarse de otra forma. Hay que recuperarlo para la defensa personal.
Esta oportunidad de reconciliación, que coincide además con una gran incertidumbre política, no se ha de dejar pasar. Quizá partiendo de cuestiones tan populares se logre por fin que la raza antecesora, vascos vascos, y la raza elegida, españoles, puedan por fin entrelazar sus manos, como padres e hijos, unir sus espíritus y colaborar en la tarea de lanzar a los portugueses al mar, masacrar a los moros y hacerles la vida imposible a ingleses y franceses.