M. DOLORES GARCÍA 22/12/2015 00:45 | Actualizado a 22/12/2015 08:32
La noche electoral empezó tétrica para Convergència, con unos sondeos terroríficos, lo que provocó un efecto sedante entre sus dirigentes cuando supieron que conservaban ocho diputados, sólo uno menos que ERC. Pero lo cierto es que todos los indicadores son demoledores para la formación cuyo líder preside (en funciones) Catalunya. El partido queda en cuarto lugar –por detrás incluso de un PSC que se ha dado mil veces por muerto–, ha sido derrotado en la pugna con Esquerra por el elector soberanista y ha perdido casi el 50% de los votos respecto al resultado obtenido por CiU hace cuatro años. En cada elección, el partido de Mas pierde respaldo social, de forma que cada vez resulta más difícil para su votante encontrar motivos para seguir prestándole su papeleta. Pero los convergentes viven al día, sin mucho temple para recapacitar sobre los motivos que les han llevado a este extremo. Durante la reunión de la ejecutiva de ayer la autocrítica brilló por su ausencia.
La estrategia de Mas para ir tirando ha sido subir la apuesta en cada jugada. Pero el 20-D ha introducido una novedad en esa dinámica que se condensa en la frase que pronunció el president tras conocer los resultados, cuando dijo que se abrían “puertas interesantes” en la política española para introducir la reivindicación del referéndum sobre la independencia de Catalunya. Ya hace tiempo que Mas barrunta que la única salida airosa para CDC en este contencioso sería una alianza de gobierno entre el PSOE y Podemos, siempre que Pablo Iglesias mantenga su palabra sobre el referéndum y la reforma del modelo territorial fijado en la Constitución. No es fácil que esas “puertas” se abran, teniendo en cuenta la endemoniada aritmética salida de las elecciones. Pero la esperanza se mantiene. Tanto es así que Mas habló de esas “puertas” la misma noche electoral, a pesar de que esas palabras podrían dificultar las tortuosas negociaciones con la CUP para su investidura. Al fin y al cabo, reconectarse a la política española no entra dentro de la declaración del pasado 9-N pactada con la formación anticapitalista.
Mas se encuentra ahora con dos escenarios a dos velocidades diferentes que se entorpecen el uno al otro. Por un lado, le interesaría desacelerar su apuesta independentista a la espera de que se produzcan movimientos en Madrid de los que sacar partido. Por otro, la CUP apremia y una de sus condiciones para la investidura es la apertura de un proceso constituyente para la nueva república catalana.
Para acabar de complicar más el panorama, el contundente resultado a favor de la izquierda en Catalunya azuzará el flirteo de ERC con En Comú Podem, en detrimento de la alianza mantenida hasta ahora con Convergència, que a su vez tiene por delante meses muy complicados, con el inicio de varios juicios sobre presuntos casos de corrupción que afectan al partido. Está claro que a Convergència no le convienen unas nuevas elecciones. Para ERC, en cambio, podrían servir para cambiar de pareja de baile y forjar un pacto de izquierdas con los aliados de Ada Colau.
La victoria inapelable de En Comú Podem refleja que la sociedad catalana insiste en la demanda de un referéndum pactado y legal, así como en una reforma constitucional. Utilizando el lenguaje de los dirigentes de CDC, ésa es la pantalla en la que están la mayoría de catalanes. Pero Mas se ha situado unas cuantas más allá después de la declaración de desobediencia de noviembre. Los acuerdos con ERC y la CUP le impiden retroceder a pantallas anteriores.
Pero además el impresionante resultado de Podemos en España también desmonta en parte un tópico que ha recorrido la política del país en los últimos años, por el cual los ataques a las aspiraciones de autogobierno de Catalunya son rentables electoralmente. Algo más de cinco millones de españoles (entre ellos muchos madrileños) ha votado por una opción, Podemos, que defiende una España plurinacional y un referéndum en Catalunya. Es muy posible que esa promesa no le haya servido para ganar votos más allá de los catalanes, pero tampoco le ha impedido obtenerlos. Quizá contra Catalunya ya no se gana mejor.
Ambos partidos dejaron el documento prácticamente listo el lunes y han acabado de perfilar los últimos flecos este martes
Los equipos negociadores de Junts pel Sí y la CUP han cerrado el documento definitivo que se someterá a votación en la asamblea que la izquierda independentista hará el próximo 27 de diciembre en Girona.
La reunión de este pasado lunes fue determinante para dejar prácticamente lista la propuesta de acuerdo. De hecho, cuando terminó la reunión, la dirección de JxSí continuó trabajando en los despachos hasta pasadas las 11 de la noche.
Este martes unos y otros se han vuelto a encontrar en el Parlament para incluir los últimos detalles de un preacuerdo que presentarán, por separado, en dos ruedas de prensa convocadas a las 12.30h (JxSí) ya las 17h (CUP).