Un hombre para ser un auténtico hombre, debe enamorarse desesperadamente de una mujer que no le corresponda en absoluto, al menos una vez en la vida. Es conveniente que sea una mujer-témpano, fría y distante, pues la dificultad obligará a esforzarse en la conquista.
Esa bofetada emocional refrescante enseña que el amor es una fuerza arrolladora incontenible que puede llegar a ser brutal, que le convierte a uno en un estúpido, tonto, idiota (
) y que un tonto enamorado puede querer a una persona sin motivo alguno, salvo la compatibilidad de hormonas.
Y también, un hombre para ser un verdadero y auténtico hombre, debe enamorarse de una mujer que sí le corresponda al 100%, para tener que vivir la experiencia de dos trenes de mercancías circulando a su máxima velocidad el uno hacia el otro, en rumbo de colisión, y comprender que a veces decir sí incondicionalmente al amor es más duro y exige más compromiso que aceptar un rechazo