dinodini escribió:EL PAIS: La brutal racha del Real Madrid en Champions: un hito también estadísticoEl equipo blanco ha ganado ocho finales seguidas, sin fallo, que es un logro muy difícil de repetir:
una racha así solo debía pasar una de doscientas vecesHacía 20 años que el Madrid no jugaba una final sin ser el favorito, pero le volvió a dar igual. Su racha de victorias en finales de Champions League es un dato alucinado, una secuencia imposible que deja sin palabras a los que —como yo— creemos en el poder de los números para explicarnos las cosas. Desde 1998, los blancos han jugado ocho finales y las han ganado todas, en una secuencia que amenaza las leyes de la probabilidad.
El Madrid ha convertido en norma una anormalidad: ganar siempre. Lo digo después de hacer los números. En el gráfico muestro la probabilidad que tenía de ganar cada final, y de lograr la secuencia completa desde el principio. Veredicto: ganar las ocho finales seguidas era un suceso de probabilidad 1 en 200.
El Madrid contra la estadística. Probabilidad estimada que tenía el equipo de ganar cada final, y probabilidad de ganarlas todas, según un ranking
Probabilidad de ganar esa final - Probabilidad acumulada
1998 Juventus 30% - 29,8%
2000 Valencia 43% . 12,7%
2002 Leverkusen 53% - 6,8%
2014 Atlético 61% - 4,1%
2016 Atlético 61% - 2,5%
2017 Juventus 66% - 1,7%
2018 Liverpool 62% - 1,0%
2022 Liverpool 39% - 0,4%
Para estimar las probabilidades, he usado de nuevo un ranking Elo, el de clubelo.com, que ofrece un cálculo aproximado pero objetivo. Una de las ventajas de este sistema de puntos original del ajedrez es que se puede traducir en probabilidades. Cuando se enfrentan dos equipos con el mismo Elo, cada uno tendrá un 50% de opciones de ganar, si lo hacen dos equipos separados por 78 puntos, por ejemplo, como cuando el sábado pasado se enfrentaron Liverpool (2044 puntos) y Real Madrid (1966), el primero debería ganar 6 de cada 10 veces.
Que ganase el Madrid no era sorpresa, porque lo que decía el ranking Elo es que el partido no era muy diferente a una moneda al aire. ¿Qué es lo raro? Que los blancos llevan tirando monedas desde 1998 y todas salen cara, como si los madridistas hubiesen hackeado las finales de Champions.
Con esta secuencia triunfal, el Madrid también sorprendió a las casas de apuestas, que suelen ser la mejor predicción que existe para un partido de fútbol. He mirado las cuotas de las últimas cinco finales, y si alguien hubiese apostado en todas por el Madrid, habría multiplicado su dinero por 20.
Otra señal de que la racha no es normal es que ya conté esto mismo hace cuatro años y aquí seguimos.
¿Cómo se puede explicar esta racha del Madrid? Los escépticos podemos esgrimir tímidos argumentos. Es natural pensar, por ejemplo, que los favoritos ganarán más finales de las previstas —porque se esforzarán al máximo en esos partidos—, y efectivamente es así, pero la diferencia no basta, ni mucho menos, para explicar al Madrid de las ocho finales. Sus victorias hay que atribuirlas a la suerte, que es un argumento cada día menos convincente, o explicarlas con una miríada de detalles sutiles pero relevantes que hagan especial al equipo blanco. Quizás es cierto el mito que dice que la Champions le pertenece y por eso el trofeo vuelve a sus vitrinas como metal imantado.
El más difícil todavía
En realidad, este año el Madrid ha hecho tiritar a la estadística no solo en la final, sino durante toda la fase de eliminatorias. Según el modelo estadístico de FiveThirtyEight, que es bastante bueno en general, el Madrid solo tenía un 4% de opciones de ganar el trofeo al empezar los octavos. Entonces los equipos con más opciones eran City, Liverpool, Bayern, Ajax y Chelsea. Todos los rivales que enfrentó el Madrid eran más favoritos, hasta que el Madrid los eliminaba. Mirad:
En semifinales, después del partido de ida, el Manchester llegó a tener un 80% de opciones de estar en la final, pero el Madrid remontó también ese partido, como había hecho antes con el Chelsea y el PSG. La noche de la final la normalidad estadística decía que el Liverpool era favorito, pero a esas alturas el Madrid parecía ya determinado por su propia normalidad: ganar siempre. Y así lo hizo. La moneda cayó del lado blanco, como ya había hecho la vez anterior, y la anterior, y la anterior, y la anterior, y la anterior, y la anterior, y la anterior.