Taiwán vota continuidad y elige al candidato al que China considera “un peligro”El actual vicepresidente, Lai Ching-te, rechazado por Pekín por su postura independentista, se alza con los comicios presidenciales de la isla autogobernada
Taiwán ha elegido seguir por el mismo camino. Los 19 millones de ciudadanos convocados a las urnas han optado por hacer presidente al candidato del partido gobernante y actual vicepresidente, Lai Ching-te. El líder del Partido Progresista Democrático (PPD) ha encabezado la carrera con un 40,25% de los sufragios, según los resultados oficiales con más del 96% de los centros electorales escrutados. La formación nacionalista Kuomintang (KMT), proclive a un acercamiento con Pekín, quedaría en segundo puesto, con un 33,39%, una distancia mayor a la prevista en los sondeos.
El resultado lanza un mensaje claro al otro lado del estrecho de Taiwán, y al mundo: la isla autogobernada que China reclama como una parte inalienable de su territorio y a la que Estados Unidos apoya militarmente, seguirá por la senda que empezó hace ocho años Tsai Ing-wen, la actual presidenta. Tsai abandonará el poder tras superar el límite legal de dos mandatos que han estado marcados por la ausencia de comunicación con la República Popular, las crecientes tensiones en el Estrecho y el acercamiento a Washington. Le sucederá Lai, de 64 años y médico de formación, la opción que menos gusta en Pekín. La cita, mucho más que unos comicios en esta isla donde chocan las superpotencias, ha marcado el arranque de un año crucial de elecciones globales, donde casi la mitad de la población está llamada a las urnas —de la India a Estados Unidos, pasando por la Unión Europea—.
El próximo mandatario se ha definido durante la campaña electoral como el mejor garante de la “estabilidad” y del mantenimiento del actual statu quo en las relaciones con el gigante asiático. Ha hablado de profundizar en la estrategia de disuasión de modo que un conflicto armado sea impensable, pero se ha comprometido a buscar el diálogo con Pekín, lo cual no será sencillo.
China, que considera a la isla una provincia rebelde a la que pretende reunificar de forma pacífica, pero sin renunciar al uso de la fuerza si fuera necesario, ha sugerido, en cambio, que el candidato del PPD esconde una tendencia secesionista, que “perjudica” a la población de Taiwán y pone “en peligro” la paz en el Estrecho. La opción predilecta de la República Popular era el nacionalista Kuomintang, un partido tradicionalmente proclive a una relación más amistosa con el Gobierno de Pekín. El gran interrogante es qué estrategia seguirá el gigante asiático a partir de este momento.
La jornada previa a las elecciones, un portavoz del Ejército Popular de Liberación (EPL, el ejército chino) criticó la última adquisición de armamento estadounidense por parte de Taiwán, y aseguró que dichas compras solo sirven para aproximar a la isla a una “guerra feroz”. “El EPL está en alerta máxima en todo momento y tomará todas las medidas necesarias para aplastar resueltamente cualquier forma de designio secesionista de independencia de Taiwán”.
Lai Ching-te, vicepresidente de Taiwán, vota en las elecciones ganadas este sábado por su formación, el Partido Progresista Democrático.
Los mensajes del estilo no son ninguna novedad. Han formado parte de la campaña. Y en la isla se convive con ellos. El Gobierno ha denunciado estos días la interferencia de China por distintas vías, de la desinformación a las amenazas militares. Pero la jornada ha transcurrido con total normalidad en una democracia joven, que se toma el proceso muy en serio. Los colegios electorales abrieron a las ocho de la mañana y cerraron a las cuatro de la tarde, hora local. Entonces comenzó el escrutinio con características taiwanesas, que es de una transparencia y una eficiencia sorprendentes. Es de acceso público y la gente se acerca a los colegios electorales a verlo. Los miembros de las mesas cantan los votos en voz alta, alzando cada papeleta con dos manos para que sea visible. Apuntan los resultados con palitos, a la vieja usanza. Y finalmente muestran la hoja con los resultados.
“Quería traer a mi hija a verlo”, dice Shao Kai-yang, arquitecto de 45 años, que se ha dejado caer por la escuela primera Dongmen, a un paso del palacio presidencial, en el centro de Taipéi. Quería mostrarle que en lugares diferentes hay diferentes opiniones y salen distintos resultados. Pero que hay que respetarlo. Él, que vota en otro barrio, ha optado por el ganador PPD; en este colegio, sin embargo, la victoria es para el nacionalista Kuomintang, que se quedará en la oposición para un tercer mandato por primera vez desde 1996, cuando se celebraron las primeras elecciones democráticas en la isla. Wang ji-shun, un vecino de 81 años que es miembro del KMT “desde hace 60 años”, aún tenía esperanzas de una victoria pasadas las cinco de la tarde. Confiaba en un cambio de Gobierno: “En términos de relaciones a través del Estrecho, el KMT es más seguro”.
Pero a medida que avanzaba el conteo, que ha ido rapidísimo en la isla de los semiconductores, se iba agrandando la brecha y los seguidores del PPD se iban acercando a la sede del partido para celebrar la victoria.