Excesiva. Excesiva, delirante y agotadora, y no solo por sus 3 horas, eso es casi lo de menos. Agotadora por pasada de vueltas y por reiterativa. Con su estilo rabiosamente nervioso uno acaba más colocado que si se hubiera metido toda la coca que aparece en pantalla. Lo curioso es que muestra una especie de esquizofrenia bipolar, porque ofrece dos películas mezcladas en una sola: una realmente buena y otra realmente mala, y pasa de un extremo al otro a cada momento sin solución de continuidad, lo que acentúa la sensación de caos más allá del desmadre que pretende narrar.
Algunos de los personajes que aparecen son reales ( Irwing Thalberg, el mandamás de la MGM al que ya vimos en Mank, existió; fue quien impuso cierto orden moral en la industria del cine ). Elinor St.John, la periodista, se basa en Elinor Glyn, una británica que acuñó el término "it girl". Nelly LaRoy no existió, pero es un ejemplo de ese tipo de actriz. Jack Conrad tampoco, pero es medio Rodolfo Valentino, medio Douglas Fairbanks y medio Errol Flynn, por decir algo. El mexicano lo ignoro, pero el resto lo mismo, se inspiran en figuras reales. Y sí, habían mujeres directoras, más que luego.
Volviendo al tema la película tiene varias partes diferenciadas, el adrenalínico y largo prólogo de la fiesta-orgía, visualmente apabullante, referencias a Fatty Arbunkle incluidas, es más que notable, y aún en su exceso ilustra el Hollywood realmente salvaje de los primeros años, una desinhibición que se trasladaba a la pantalla. Si uno mira títulos de la época probablemente se sorprenderá de la valentía con que se tocaban algunos temas que pocos años más tarde pasarían a ser tabú con la nueva moralidad asociada a la llegada del sonoro, como se apunta en más de una ocasión.
Luego sigue el día de rodaje, una burrada bastante divertida, para a continuación, con la llegada del sonoro, proceder a un cambio un cambio de ritmo y de tono, que se torna más oscuro y lúgubre a medida que avanza el metraje. Es entonces cuando el film se le comienza a ir de las manos, con secuencias alargadas en exceso ( ocho tomas en la escena del set, y no nos ahorra ni una ), y de nuevo con una ida de olla en forma de "baja laboral", por decirlo de modo amable. Una vez tiene gracia; dos no.
A partir de aquí comienza la verdadera cuesta abajo. Si hasta el momento la alucinante puesta en escena, una potente banda sonora - bastante anacrónica en esos ritmos , por cierto - y los actores ( Brad Pitt en su línea solvente y esa Margot Robbie desatada de dientes amarillos, supongo que en consecuencia con el personaje ) han salvado el panorama, ahora ya no resulta suficiente y la película se hunde miserablemente a partir de la mitad, haciendo aguas por todas partes pero al mismo tiempo alternando muy buenos momentos ( el carbón del trompetista, la conversación con la periodista de chismes, ... ) con otros absolutamente incomprensibles y absurdos ( la parte de la serpiente, la escatología más soez de las heces y los vómitos en la recepción a lo My Fair Lady mientras suena lo que parece una variante degradada del insufrible Bolero de Ravel, asunto que parece haberse convertido en moda, recordar El Triángulo de la Tristeza, la parte de los subterráneos de LA, esos interminables minutos finales de collage que son de vergüenza ajena y se cargan un momento que habría podido ser conmovedor en una muestra de incontinencia narrativa,... ). La lista es larga.
En fin, una lástima. Podría haber sido algo grande y se queda en un producto fallido que se merece los palos que le han dado por todas partes. Si alguien se pregunta por qué al final la cinta de Chazelle no ha estado entre las nominadas a los Oscars, la respuesta es sencilla: no es solo porque muerda la mano que le da de comer, es que no ha hecho los méritos suficientes. Y sin embargo, y pese a todo, creo que es capaz de ejercer cierta fascinación y al final varias de sus imágenes quedan en la retina.