Artículo de un concido periodista
Sea cual sea el resultado de las urnas, sea cual sea el reflejo en el voto de la conmoción popular provocada por la masacre del 11-M, nada esencial ha cambiado tras la espectacular investigación policial que en sesenta horas ha sido capaz de descubrir pistas que apuntan a terroristas marroquíes ligados con Al-Qaeda como posibles autores de la masacre. Las razones por las que la Izquierda en general y el imperio prisaico muy en particular negaba la autoría más razonable, la de ETA, era deslegitimar al Gobierno y al PP ante las urnas y prevenir un voto de castigo contra el PSOE por sus complicidades con los socios de la ETA en Estella y Perpiñán. Las razones por las que muchos defendimos y defendemos la actuación del Gobierno en este caso y las hipótesis que desde el principio sostuvo como lógicas son igualmente evidentes: porque lo eran, porque es el Gobierno legítimo de España y porque no hay nada sustancialmente distinto entre una masacre provocada por ETA en Chamartín y una masacre provocada por los islamistas en Atocha, salvo que los muertos de esta última pueden arrojarlos los caínes de Ferraz y de Gran Vía a los pies de Aznar. Razón de más para defender al presidente del Gobierno frente a tan abyecta conspiración. Razón de más para defender al PP del golpismo desatado en una izquierda que se ha apresurado a deslegitimar las elecciones si las pierde. Como de costumbre. Acaso más que nunca, pero como siempre.
Los datos revelados por el Ministerio del Interior nos obligan a una sola rectificación: admitimos que hemos sido demasiado duros con Ángel Acebes, cuya angustia en estos días ha debido ser terrible, pero cuyo comportamiento informativo, transparente hasta extremos muy perjudiciales para su partido, arroja un saldo finalmente positivo para el sistema, para el Gobierno y, sin duda, para su conciencia. No es poca cosa cuando no se sabe qué puede salir hoy de las urnas. No lo es saber que en el Gobierno hay gente timorata de puro decente y no audaz de puro canalla. De Corcuera y Belloch a Mayor y Acebes (pasando por Rajoy) la diferencia moral es... insalvable. Cuando la Izquierda acusa a la Derecha de mentir es porque no concibe que en política se pueda hacer otra cosa. Porque ella no hace otra cosa. “La mentira puede ser una herramienta revolucionaria”, decía Lenin. ¡Se lo van a contar a Rubalcaba!
Nuestro editorial de anteayer se titulaba: “Fue ETA; pero si hubiera sido Al Quaeda, ¿qué?”. Podemos invertirlo y mantenerlo: “Ha sido Al Quaeda, pero si hubiera sido ETA, ¿qué?”. Las víctimas siguen siendo víctimas y el crimen sigue siendo crimen, maten los asesinos en nombre de Alá o de Euskal Herria. Desde el 11-S, Occidente está en guerra contra el terrorismo islámico, por eso defendemos toda actuación nacional e internacional que conduzca a su destrucción. No se puede estar contra el terrorismo en Madrid y no en Manhattan. Quien se somete al protectorado etarra en Cataluña es tan vil y tan estúpido como el que busca un protectorado terrorista islámico para toda España a cambio de abandonar la alianza con los países a los que odian los islamistas: Estados Unidos, Israel, Gran Bretaña... y España. Ben Laden, antes de la guerra de Irak, ya reivindicaba Al Andalus, o sea, España, como hace el terrorismo islámico marroquí que se estrenó en el atentado contra la Casa de España en Casablanca. No hay alternativa a la de la lucha implacable contra los que quieren destruirnos: destruirlos. No sabemos lo que hoy dirán las urnas pero nosotros seguiremos diciendo lo mismo: estamos con el Gobierno legítimo de España y contra el terrorismo. Y estaremos con cualquier otro Gobierno legítimo que luche contra cualquier terrorismo. Ayer, hoy y pasado mañana.