Vaya amargado debe ser el individuo para dedicarse a ser director de conciertos infantiles, y soltar semejante perla. El despido le está bien empleado, ya no tanto por la perla que soltó, sino porque ha quedado patente que los niños no son su público predilecto por lo que se ve.
Y sí, creo que todos lo que estamos aquí sabemos que no existen ni Papá Noel ni los Reyes Magos, pero eso no quita que sea una bonita tradición, y más aún cuando ves a los niños ilusionados esperando su llegada, hay que tener muy poca empatía, muy amargado y ser muy cabrón para decir eso tan fuera de contexto y querer amargar a los niños pequeños.