Al final es cuestión de cómo das de comer a tu cabeza. Consumir, aplicado al comercio del ocio en general, es algo así como tener una oferta infinita de maneras de complacer tus sentidos. Cada uno nos hemos educado de forma diferente y nos han inculcado unas metas que cumplir y unas necesidades que cubrir, lo que también arrastra el cómo percibimos las recompensas que creemos necesitar. Esto es fácil de ver cuando comparas gente de diferentes estatus sociales, no se sacia igual un empresario multimillonario que tu vecino el que vive al día con los gastos (yo podría ser ese vecino en realidad). Pero esa necesidad está ahí de igual manera, en una medida o en otra todos tenemos esa necesidad.
Con esto quiero decir que si, que a mi me la suda el móvil que tengo, tiene ya 5 años y está destrozado por fuera y no pienso arreglar ni la pantalla, pero hay otras muchas cosas en las que soy mucho más exquisito. A todos nos pasa con algo, no?
Entonces, más allá de conformarte con lo que tienes, todos tenemos gastos que en cierta medida son inútiles y nuestra cabeza nos exige constantemente, mejor móvil, mejor coche, mejor tele, lectura, consola... Y si nuestra cabeza sabe que hay una manera mejor de recibir toda esa dopamina, sin duda va a buscar cómo conseguirla y te va a dar las excusas para ello. Siempre vas a tener una razón para querer "el juego parte 2" del que no te has pasado la parte uno. Es irracional e incontrolable. El kit de la cuestión para mi no es solo saber regular lo que está a nuestro alcance, es dosificarlo para que no se agote esa sensación de recompensa, esto no pasa necesariamente por tener que gastar dinero, pero bueno al tema... Podemos volver el consumismo algo "sano".
Aquí entra ya el mundo en el que vivimos, la publicidad y el marketing hacen clic justo en el punto para crear falsas necesidades continuamente. He trabajado media vida en agencias de publi y es ridículo saber hasta donde se puede jugar de sucio para vender más un producto u otro, para hacer creer que algo es mejor por ser nuevo, y como de fácil es de manipular al consumidor. CLARO que no necesitamos ese móvil, ese juego, ni esos auriculares, hay que ser consciente de ello. Pero también pienso que nuestra cabeza a veces necesita un respiro, una recompensa por haberse esforzado en el día a día, y saber regular cómo nos lo agradecemos, a veces, pasa por ser un poco consumistas y darse un capricho. No creo que haya que martirizarse por una cosa ni por la otra, en los puntos medios de estos temas suele estar la mejor respuesta.
Hay meses que me entristece mirar mi cuenta y saber que en lo único que se me ha ido el dinero es en echar gasollina y pagar recibos y alquiler