Hace no demasiado tiempo no habría dudado: tener un buen puesto de trabajo que me permita vivir desahogadamente, viajar por el mundo y conocer otras culturas y gente, huir de la mediocridad y la monotonía, enriquecerme con nuevas experiencias, lograr que me admiren, publicar algún libro... esas cosas típicas.
Ahora mismo el sueño de mi vida es ser feliz y seguir siendo tal y como soy, estando rodeada de la gente que me quiere, vivir sin demasiadas pretensiones, disfrutar de la seguridad de una vida donde la gente no se hiere de forma voluntaria, donde no prejuzgan, donde te saludan cada mañana con un ¡¡buenos días!! con una sonrisa en la boca que te alegra el resto del día, donde cada uno se preocupa por su propia felicidad y no en pisotear al más débil, donde la gente en definitiva tiene unos valores firmemente asentados desde la infancia que le hacen tener claro su camino en ésta vida y su contribución a la de otras. Hablamos de sueños, ¿no?