Me ha llamado la atención este blog del periódico EL Mundo.A ver qué os parece.A mí,tremendamente acertado.
El dolor como espectáculo
7 de febrero.- "Llegó el momento en que el sufrimiento de los demás ya no les bastó: tuvieron que convertirlo en espectáculo".
Con esta frase comienza 'Ácido sulfúrico' (Anagrama), el último libro de Amélie Nothomb, una sorprendente escritora que critica con dureza la hipocresía y el cinismo de la sociedad actual. Me gusta esa frase porque no es fácil definir con mayor precisión, y con menos de 20 palabras, lo que he sentido viendo cómo algunos programas de televisión retuercen el cuchillo en la peor herida ajena.
Antena 3 y Telecinco, prototipo de televisiones sensacionalistas y carroñeras, destacan entre todas las demás. Los primeros improvisaron un programa especial después del informativo de mediodía, con el cadáver aún caliente, y los segundos realizaron un monográfico en su miserable 'Aquí hay tomate'. Esa fue su respuesta al «respeto y prudencia» que pidió la familia y la Casa Real.
«En este programa no nos gusta hablar de la gente que ya ha fallecido», había dicho Jorge Javier Vázquez, presentador de 'Aquí hay tomate', veinticuatro horas antes de comenzar a hacer su enésima autopsia paralela: la de Erika Ortiz. Experiencia forense no le falta, después de haber diseccionado durante meses los cadáveres de Rocío Jurado, Rocío Dúrcal, Lola Flores, Carmen Ordóñez, Paquirri, Pedro Carrasco, el duque de Cádiz...
Pero cuando se frotaron las manos fue cuando a las 16.13, en pleno 'Tomate', una imprudente y desafortunada Paloma Gómez Borrero dejó escapar un "se dice que suicidio". Era uno de los muchos personajillos que, buscando su momento de gloria, están siendo utilizados (en plató o vía telefónica) por los desaprensivos de programas como el 'Tomate' para «enriquecer» sus programas.
En televisión se están viendo escenas lamentables todos los días. Pero puede que éste sea un momento ideal para reflexionar: la fallecida no era una famosa cantante arruinada o una actriz de medio pelo en horas bajas. Era una persona como usted y como yo, que jamás hemos vendido una exclusiva, que siempre hemos vivido de nuestro trabajo, que queremos que nuestras familias no sufran nunca más de la cuenta.
Alguien debería acabar con la televisión necrófaga, con los programas que viven sus mejores momentos recopilando, ampliando y difundiendo el dolor de los demás. Esa última generación de maleantes y desaprensivos especializados en hacer espectáculo del sufrimiento ajeno.