CAPÍTULO 19
George se retorcía en remordimientos. Horas antes de que llegaran los chicos se había encargado de esconder todas las bebidas alcohólicas de su casa. Todas menos una. La vieja botella de bourbon que guardaba en el armario de las conservas había escapado a su particular “ley seca”, pero no al olfato de Ringo. Sabía de los problemas de Ringo con el alcohol, amigos comunes le habían dado buena cuenta de las orgías etílicas del batería.
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”No le des más vueltas George,… no eres su niñera”, -dijo John con la palma de la mano sobre el hombro de un abatido Harrison-, “
yo ni siquiera sabía que tuviera problemas con la bebida”
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”Ni yo…”, -añadió McCartney-.
George levantó la vista y miró a ambos con una expresión que aunaba pena y desprecio.
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”Lennon y McCartney…¡Ja!, ¿Cómo iban a saber sus majestades que el pobrecito batería no lo estaba pasando bien?, claro… si no hay grupo, no hay Ringo… ¡Qué más da si revienta!, ¿Podéis mirar más allá de vuestras putas narices?”
-“George…, no te cabrees…”
Paul no terminó la frase, la mirada de George lo fulminó. Fue John el que intervino.
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”Por ahí viene el doctor”.
El doctor Lockiert se había encargado siempre de ellos. Si no fuera por su extremadamente discreta clínica privada hubieran tenido que responder ante muchas preguntas. Todos ellos habían pasado algún día entre sus exclusivas paredes. La sonrisa que dibujaban los labios de Lockiert sirvió de bálsamo para los ansiosos John, Paul y George.
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”Está bien, le hemos practicado un lavado de estómago y enseguida podréis pasar a verle” –dijo el doctor-
”De todas formas…, si sigue a este ritmo se va a destrozar el hígado. La cantidad de alcohol en sangre que presenta es una verdadera barbaridad”
-“Descuide doctor, nos ocuparemos de él” –dijo George mirando alternativamente a Paul y John-.
Ringo estaba en la cama, tapado hasta los ojos. No se encontraba bien, pero sobre todo sentía una enorme vergüenza. ¿Cómo podía haber llegado a ese punto? Recordaba sus fiestas con Keith Moon, sus largas noches sin dormir, sus días encamado acumulando fuerzas y moral para una nueva borrachera. ¿Cuándo empezó todo aquello?, ¿era capaz de controlarlo?
John asomó por la puerta. George y Paul estaban detrás.
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”Chicos…”, -dijo Ringo con un hilo de voz-.
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”No hay nada que explicar Ring…, descansa. Cuando salgas de aquí tenemos mucho trabajo que hacer” –cortó John sentándose en una esquina de la cama-.
Paul abrió los ojos aún incrédulo, John le miró de reojo y esbozó una media sonrisa.
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”Bueno…, tengo que irme”, -añadió John-,
”tengo un avión que coger esta tarde y no me gustaría perderlo…, cuídate Ringo y llámame si necesitas algo”.
John se puso el abrigo y salió de la habitación haciendo una amanerada reverencia. Paul salió tras él.
-“
¡John!, ¡espera!”
-“¿Qué pasa Macca?”
-“Sólo quería darte las gracias…”
John quedó pensativo.
-“
Jodido engreído…, no lo hago por ti”
-“No quise decir eso…, pero en cualquier caso, gracias”-terminó Paul guiñando un ojo.
Lennon elevó la barbilla en señal de despedida y, con las manos en los bolsillos, se dirigió al ascensor. Paul giró sobre sus talones y volvió a la habitación.
Paul abrió ligeramente la puerta de la habitación de Ringo y vio como éste y George se abrazaban. Los sollozos del batería sonaban apagados en el hombro de George.
McCartney cerró la puerta y apoyó su espalda en el marco de la puerta. Cerró los ojos, respiró con fuerza y se armó de valor para entrar en la habitación. Al cruzar la puerta, su mirada se cruzó con la de dos muchachos de Liverpool, llorosos, infantiles. Por un momento volvió a ver a dos chicos de veinte años mal cumplidos que necesitaban su apoyo. Quería abrazarlos.
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"Os llamaré mañana para fijar horarios..."
Fue lo único que salió de su boca. Nada más decirlo se arrepintió enormemente, pero ya era tarde. Se puso el abrigo y salió de la habitación...
Mientras le conducía al piso inferior golpeó repetidamente su cabeza contra las paredes del ascensor...
"¿Cómo puedo ser tan hijo de puta?"
***
Tras firmar algunos autógrafos, John se acomodó en la butaca del avión. Le había tocado ventanilla. Tenía ganas de volver a casa. Quería abrazar a Yoko y a Sean y, por un momento, se preguntó si había hecho bien aceptando volver a grabar con los muchachos. Le costaba imaginarse en Londres volviendo a la rutina de antaño. Pero, ¿por qué en Londres?, quizás debería hablar con el resto y sugerir que el disco, o al menos su parte se grabara en Nueva York. Estaba decidido, no se alejaría de su familia.
Por otro lado, estaba preocpado. El material de George que había oído era bueno, muy bueno; las canciones que Paul le tocó en su apartamento eran geniales… ¿Tenía él algo de ese nivel?, por primera vez desde hacía mucho tiempo se sintió inseguro.
-“Por favor, abróchense sus cinturones, el avión va a despegar en breves instantes”
John sacó un bolígrafo del bolsillo interior de su chaqueta y comenzó a garabatear los títulos de las canciones que había escrito y que podrían formar parte del nuevo álbum.
-“Veamos… ¿Cripple inside?... Hmmm, no está mal…, pero creo tener mejores… ¡Isolation!, esa es buena” –se dijo mientras apuntaba el título en el papel-
”Mind games…, sí. Out the blue…también, seguro que esta le gusta a Paul… ¿Qué más?, Look at me,#9 dream, Whatever gets you thru the night, I know I know…¡Bueno!, parece que sí tengo material…”, -pensó John dejándose caer en la butaca-
”-¿Desea algo el señor?”-dijo de forma rutinaria la azafata mientras ordenaba el carrito de las bebidas-.
-“¿Qué me recomiendas, la píldora azul o la roja?” –contestó John en tono socarrón-.
La azafata apartó la vista del carrito para encontrarse con los ojos de Lennon que, tras sus redondos cristales, parecían sonreírle. Se ruborizó.
-“¡Señor Lennon!, pe… pe…perdone, no le había visto”
John hizo un gesto de condescendencia y señaló una lata de refresco de cola que la azafata se apresuró a servirle.
-“Me encantó Hey Jude, señor Lennon. Espero volver a oirlos pronto”, dijo ella aún sonrojada mientras se alejaba por el pasillo.
-
“Gracias señorita, a mí también me gusta. Es de las mejores de Ringo…”