Cuando en septiembre del año pasado
Nvidia acordó pagar 40.000 millones de dólares por ARM sabía que el escrutinio de los reguladores de todo el planeta iba a ser exhaustivo y que tarde o temprano alguna compañía presentaría una queja formal. Ese día ya ha llegado. Alphabet (Google), Microsoft y Qualcomm, tres de las más grandes tecnológicas del mundo, ya han llamado a la puerta de la estadounidense Comisión Federal de Comercio (FTC, por su siglas en inglés) para mostrar su preocupación.
Alphabet, Microsoft y Qualcomm han pedido a la FTC que durante el proceso de revisión del acuerdo que ya ha empezado, intervenga. Las tres compañías consideran que la compra de ARM por parte de Nvidia dañará la competencia en un sector de la industria que consideran vital para sus respectivos negocios e intereses.
Bloomberg (muro de pago) afirma que como mínimo una de las mencionadas empresas quiere que el acuerdo de compra no cristalice.
ARM tiene su sede en Cambridge (Reino Unido) y está considerada como la Suiza de la industria, ya que en lugar de competir licencia los diseños de sus chips y software a todo aquel que esté dispuesto a pagar la correspondiente tarifa. Su tecnología y herramientas son esenciales para Alphabet, Microsoft y Qualcomm, pero también para Apple, Intel, Samsung y Huawei entre otras compañías.
La industria está preocupada por si una vez completada la compra Nvidia decide limitar el acceso a la tecnología de ARM a sus rivales o aumenta el coste de sus licencias. Hay dos formas de evitar esta hipotética situación. Hacer descarrilar la adquisición haciendo ver a los reguladores de Estados Unidos, Comisión Europea, Reino Unido y China el daño que haría a la competencia, o intentar modificar el acuerdo de compra para forzar concesiones por parte de Nvidia. Esta última opción posiblemente alteraría el valor de ARM.
El acuerdo de compra entre Nvidia y ARM está considerado como una fusión vertical, es decir, la unión de dos compañías de un mismo sector pero instaladas en diferentes etapas del proceso productivo. Este tipo de unión suele encontrar menos resistencia cuando es estudiada por los reguladores antimonopolio, pero no parece que este vaya a ser el caso. No son pocos los que quieren que ARM se mantenga como una compañía independiente bajo la tutela del gigante japonés SoftBank.
Si finalmente Nvidia no compra ARM, ya sea porque no se lo permiten o no acepta unas posibles concesiones, es posible que SoftBank considere sacarla a bolsa o
desprenderse de una parte.