Cuidado con los animales que vienen del infierno. Más cuidado aún con los que son enviados de Satán. Y, definitivamente, cuidado infinito con aquéllos que son el propio Satán reencarnado en gato blanco que sólo quiere morder, arañar y matar con la máxima cantidad de sangre y carne picada posible.
El que avisa no es traidor.