Érase una vez un dios que gobernaba el mundo. Se llamaba Buniberzei.
Buniberzei derrotó a su madre, la diosa Muin, y tomó él mismo el control del mundo.
Muin desapareció en el mundo oculto -el mundo invisible-.
Buniberzei era un dios con muchos problemas.
El mundo, sin ninguna duda, estaba destinado a morir.
Él creía que se debía a una maldición dispuesta en el mundo por su madre Muin. Buniberzei sabía que tenía que destruirla.
Para hacerlo, debía buscar la puerta. La puerta al mundo invisible donde su madre aguardaba.
Utilizando su sola voluntad, creó al primer fal'Cie.
Primero, creó al fal'Cie Paals.
La tarea que le encomendó fue abrir el mundo, y buscar la puerta hacia Muin.
Después, creó al fal'Cie Etro.
Pero fue un error. Inconscientemente, la creó a imagen y semejanza de Muin.
Buniberzei la temió, y no le concedió ningún poder.
En su lugar, creó al fal'Cie Lindzei.
La tarea que le encomendó fue proteger a Buniberzei de todo aquel que buscara destruirle.
Buniberzei le otorgó a Lindzei una tarea especial: Despertarle una vez llegara el momento.
Entonces se convirtió en cristal, y cayó en un sueño sin fin.
Paals deseaba expander el mundo, así que creó muchos fal'Cie y lu'Cie.
Lindzei deseaba proteger el mundo, así que creó muchos fal'Cie y lu'Cie.
Pero Etro era impotente, y no podía hacer nada por sí misma.
Sola, pensó en su madre, a la que tanto se parecía.
Etro desgarró su cuerpo, dejando que su sangre fluyera por la tierra, y desapareció del mundo visible.
De esa sangre, arrancada de su cuerpo, surgió la humanidad.
Criaturas que nacieron, sólo para morir.
La destrucción del mundo visible no se debía a ninguna maldición, sólo al destino.
El mundo estaba dividido en dos mitades, la visible y la invisible.
Si el equilibrio entre ambas fuera destruido, el mismo mundo también lo sería.
La diosa Muin no podía hacer nada para detener ese destino.
Estaba siendo engullida por el caos del mundo invisible.
Justo antes de su último momento, Etro vino a su lado.
Muin le dijo a Etro que debía proteger el equilibrio del mundo, antes de deslizarse en el caos para siempre.
Pero Etro era estúpida, y no supo entender el significado tras las palabras de Muin.
Etro estaba sola, pero sentía afecto por aquellos humanos que vivían sólo para morir.
Así morían, ella les sonreía, y les otorgaba el caos.
Al caos que les otorgaba Etro los humanos llamaron "corazón".
Sus corazones se volverían su fuerza, pero ellos todavía no lo sabían.
Pronto, llamaron a Paals el gobernante todopoderoso. A Lindzei llamaron su protector, y a Etro... a Etro llamaron "muerte".
Los humanos vivían en el mundo, conteniendo el caos en sí.
Debido a que el caos permanecía tan cerca de ellos, el mundo estaba en equilibrio una vez más.
Y Buniberzei todavía duerme. Un cristal.
Hasta el fin de la eternidad...
... mas claro el agua...