Lo extraño es ver como se transforma la Real, que no solo pasan a ser el Santos de Pelé de la nada, sino que empiezan a rodear al árbitro, a protestarlo todo, metiendo presión, y con la grada apoyando esa presión... no es ya que tenemos maldición, es que incluso la actitud en sí de la grada y del equipo es otra. Es acojonante.