Enhorabuena a Legüih, como algún periolisto se empeña aún en llamarle, por su 8º título.
Que sí, que es el piloto más beneficiado de la historia; que sí, que la era híbrida es el mayor fracaso de este deporte; que sí, que bla bla blá, pero el tío ha sabido estar ahí, no dormirse en los laureles, aprovechar su brutal talento y tirar de toda la política posible. Ocho campeonatos del mundo de F1 no se consiguen así como así.