Bueno, pues yo me lo pillé ayer en el centro Mail de Príncipe Pío (al que por cierto, no vuelvo a ir más... menuda panda de impresentables. Harto me tienen...) y he de decir que empecé a jugar con cierto miedo, ya que mi hype estaba al 200% y había visto y leido todo lo habido y por haber sobre el juego y tenía miedo de que no me sorprendiese.
Me pegué una duchita, comí algo, apagué las luces de toda la casa (bien a oscuritas), introducí el DVD en mi Wii y dejé que comenzase el espectáculo conteniendo la respiración.
No hicieron falta ni 15 segundos para darme cuenta de lo currada que estaba la presentación y la música, así como el menú de opciones y demás. Lo revisé todo y toqueteé todo antes de crear un perfil nuevo. Y comenzó el espectáculo....
En mi vida videojueguil hay algunos momentos cumbre que siempre recordaré. La primera vez que vi una Game Boy en funcionamiento. La primera vez que mi primo me llevó a jugar al Street Fighter II a una recreativa. La primera vez que vi el Donkey Kong Country en movimiento... y los primeros minutos de ser Samus en la nave de Metroid Prime 3: Corruption. Nunca en mi vida he sentido una sensación de inmersión igual en un juego. Nunca. La sensación de haber abandonado el sofá de mi casa para meterme en una nave espacial a cientos de años luz y proponerme a vivir una aventura inigualable era absoluta. Y cuando más flipado estaba, va la nave y gira 180 grados para mostrarme una batalla alrededor de un planeta al más puro estilo Star Wars que me puso los vellos de punta. Dejé de ser yo. Era Samus. Me poseyó su personalidad y no me soltó en dos horas.... y lo mejor estaba por llegar.
Llego al hangar de la nave y la cámara gira y se desplaza hasta mi visor. Llegaba el momento cumbre ¿estaría el movimiento, los gráficos y el control a la altura de lo que llevaba esperando y leyendo más de año y medio?.......... Absolutamente. Creo que me pegué en el hangar cerca de 15 minutos sin hacer nada más que paseando de aquí para allá. Apuntando, disparando y preguntándome quién me había triplicado la potencia de mi Wii a tenor de los gráficos que ésta me estaba mostrando. No estaba en el sofá de mi casa jugando; estaba en una nave interestelar y era un cazarrecompensas a punto de vivir una aventura única. Cada pasillo rezumaba vida. Cada ventana por la que miraba a la flota estelar que se arremolinaba alrededor de mi nave era un espectáculo aún más gratificante que el de 5 segundos antes. Cuando atacaron los piratas espaciales y me dice el sargento que salga corriendo a ayudar le respondo un contundente "y un huevo!" y me quedo pasmado mirando por la ventana el ataque de los piratas, embobado, fascinado... sólo me di cuenta que estaba en el salón de mi casa cuando noté algo pringoso en el brazo. Era mi baba cayendo. Todo funcionaba a la perfección. Todo respondía de forma increiblemente real. Es lo más cercano que he estado de la realidad virtual. Yo no manejaba al juego. Yo estaba dentro del juego... apuntando, abriendo puertas, interactuando... estaba allí.
A las dos horitas de juego (si se puede llamar juego a esta experiencia) decidí volver al mundo real. Quiero disfrutar este juego poquito a poco. Saborearlo como un caramelo exquisito. No dejar que se acabe nunca. Lo mejor es que el espectáculo no ha hecho más que empezar....