Una cosa es señalar que el árbitro cometió un error del tamaño de Londres y que el VAR no se atrevió a ponerse en contra a una afición en éxtasis y con tendencia a destrozar mobiliario urbano, y otra empezar a hablar de amaños, manos negras y mafias de la UEFA.
Los árbitros son humanos y, como todo humano, a veces enturbian su profesionalidad por presiones externas y errores de juicio en momentos clave. Wembley anoche prácticamente marcaba el guión de lo que tenía que acabar ocurriendo.
Si el domingo gana Italia va a ser divertido revisitar muchos de los mensajes de las últimas horas.