Shadow of Colosus es más que ir a por cada coloso, es un conjunto de cosas: sentir la incertidumbre del protagonista, sentir conexión con su yegua Agro, descubrir el paisaje, enamorarte de el, de cada ruina, paraje o lago; usar la espada para buscar colosos, perderte yendo a por ellos, encontrar santuarios, rezar en ellos...
Pausar el viaje, quedarse mirando hasta las piedras; admirar las Águilas que a veces te siguen. Buscar, encontrar y perseguir como pollo sin cabeza las salamandras especiales y alcanzarlas.
Admirar al nuevo coloso que vas a enfrentar. Fijarte en su mirada, sentir pena, sentir miedo, sentir adrenalina. Sentirte un ser insignificante.
Escalarlo, resbalar, esquivarlo, tropezar, quedarte sin energía, escalar de nuevo, buscar puntos débiles, brillantes... Apuntar con la espada, cargar, y no respirar hasta que atraviesas la carne del coloso, ver su sangre borbotar y repetir una y otra vez, agarrarse para no caer,...
Cuando lo derrotas, sentir triunfo, sentirte dios. Sentir tristeza.
Deseos de regresar al castillo, donde está nuestra princesa, esperando inerte.
Escuchar esa misteriosa voz mientras la figura del coloso que has asesinado se hace pedazos.
Y volver a empezar.
Eso es Shadow of the Colossus.
No hay enemigos aparte, ni misiones ni recados.
El único propósito es matar gigantes que pueden aplastarte sin pestañear.
Gigantes que no te buscan, los buscas tú.
Tú no eres nada para ellos pero ellos son tu objetivo, son tu propósito.
Si no se entiende esto... No es tu juego. Y no captas la esencia.