El coleccionismo de videojuegos está muerto y enterrado.
Lo que quedan ahora son dos submercados de lo que hubo en su momento, el de los bienes supuestamente inaccesibles, pero que siempre están a la venta aunque sea a un precio cada vez mayor y el de la bazofia, que en su momento se compraba a 1€ la pieza y que ahora empieza a cotizarse.
El primer mercado existe porque los bienes supuestamente innaccesibles se rebotan constantemente al mercado por pura lógica. Quien se gasta 1.000 euros en un juego lo hace generalmente con un componente de inversión que antes o después se liquida ó simplemente necesita recuperar el dinero para gastos de su vida ordinaria.
El segundo mercado es la perversión del primero, un espejo donde se refleja la inaccesibilidad de muchas personas al primer mercado, que intentan satisfacerse comprando cartuchos sueltos de Super Nintendo a 20€ o juegos incompletos de Neo Geo a 500€, porque los completos cuestan 100€ y 1.500€, respectivamente.
Una vez fugados del mercado de coleccionismo los artículos normales y buena parte de los coleccionistas de toda la vida, cada uno por sus razones, en estos dos mercados interactúan además dos sujetos, el coleccionista informado y el neófito desorientado, aprovechándose el primero del segundo para financiarse.
Y el resultado de todo lo anterior es que el coleccionismo de videojuegos es un mercado muerto y sin sentido.
Miras el hilo de adquisiciones y todas las semanas hay increíbles compras de Terranigmas o Megamanes, de Metal Slugs o Pulstars, imposibles de conseguir, pero siempre a la venta (al mejor postor)... Pero nunca hay un The Secret of Monkey Island o un Diosa de Cozumel para PC en disco y edición deluxe, un Metal & Lace o un Cobra Mission, no sé, esos artículos que antes veías y decías, "este tío ha vivido la época".
Y no están porque son artículos que pertenecen a coleccionistas que ya no están en el mercado, que se encuentran desconectados del mundillo y que no los sacan a la venta, salvo en contadísimas ocasiones.
Así que sólo queda comprar artículos imposibles y exclusivos, pero que curiosamente están siempre a la venta o versiones descafeinadas de los mismos juegos a precios irrisoriamente altos, pero que calman al poseedor.
Y como un día alguien se de cuenta y la rueda deje de girar, a algún neófito le van a llover los platos en casa, porque para cuando la música deje de sonar, los coleccionistas hará mucho que les habrán empaquetado los juegos y se habrán pirado con el dinero a otra parte, como ya ha ocurrido muchas veces.