La cuestión no es si te gusta Mozart Chill Out o si te apasiona Children of Bodom o si te estremeces con las grabaciones de Abba. La cuestión es que un sello demuestra que se puede vivir cómodamente sin vender los discos a precio de canario joven; y ese mismo planteamiento es perfectamente extrapolable a la producción de videojuegos.
Lo que yo piense de Mozart Chillout me lo guardo para mí; sencillamente es una vía cómoda de ingresos para esa empresa; y con ellos edita un catálogo mucho más excitante.