Intel está muy preocupada. Entre, por el lado de la gama baja, la amenaza de Windows 10 sobre ARM capaz de correr programas x86; y, por el lado de la gama alta, los Ryzen, y contando que no tiene ninguna fábrica de procesadores para móviles (las abandonaron, tanto los ARM como los Atom), Intel puede estar al borde del precipicio con pérdidas astronómicas.