John Carmack, una de las mayores leyendas de la industria del videojuego, lleva una década trabajando en la realidad virtual, sector que abandonará tras anunciar que renuncia a su puesto como asesor en Meta. El portentoso ingeniero de software deja la compañía para dedicar todos sus esfuerzos a Keen Technologies, una empresa emergente fundada por él mismo que tiene como objetivo desarrollar una inteligencia artificial similar a la humana, es decir, una
inteligencia artificial fuerte (AGI, por su siglas en inglés).
Originalmente, Carmack se unió a Oculus como director de tecnología en 2013 y en 2014, cuando Meta (por entonces Facebook)
compró Oculus por 2.000 millones de dólares, pasó a trabajar para la compañía de Mark Zuckerberg. En 2019, Carmack
renunció como director de tecnología de Oculus y su relación con la compañía quedó limitada a la de asesor. En ese momento ya dijo que iba a dedicar gran parte de su tiempo a trabajar en la inteligencia artificial fuerte, aunque por entonces aún no había fundado Keen Technologies, cosa que hizo el pasado agosto. Carmack dedicaba alrededor del
20 % de su tiempo a Meta.
Carmack se ha despedido de sus compañeros en Meta con un
mensaje en Facebook donde muestra cierto descontento por el rumbo que ha tomado la compañía en el sector de la realidad virtual, pero también pone en valor lo conseguido, especialmente con el lanzamiento de Quest 2. El ingeniero afirma que Quest 2 “es casi exactamente lo que quería conseguir desde el principio: un visor autónomo con seguimiento de adentro hacia afuera, panel 4K (casi) y rentable”. Carmack dice que a pesar de las quejas sobre el software, el dispositivo es bueno y afirma que “los productos exitosos hacen del mundo un lugar mejor”.
La de arena es la eficiencia. Carmack afirma que en Meta tienen “una cantidad ridícula de personas y recursos”, pero que constantemente se sabotean a sí mismos y derrochan esfuerzos. “No hay una forma de endulzar esto; creo que nuestra organización está operando a la mitad de la efectividad que me haría feliz”, añade el ingeniero. Carmack ha intentado cambiar las cosas desde dentro, pero no lo ha logrado.
“Ha sido una lucha para mi. Tengo voz en los niveles más altos, así que parece que debería ser capaz de mover las cosas, pero evidentemente no soy lo bastante persuasivo”, escribe Carmack. “Una buena parte de las cosas de las que me quejo acaban apareciendo de nuevo en mi camino cuando pasan uno o dos años. Nunca he sido capaz de acabar con las estupideces antes de que causen daños, ni de marcar una dirección y hacer que un equipo se atenga a ella. Creo que mi influencia en los márgenes ha sido positiva, pero nunca un motor principal”.
Fuente: The Verge