La primera peli estaba bastante bien, tampoco un peliculón pero oye, una peliculita muy resultona donde brillaba el buen trabajo de coreografías de lucha.
A partir de ahí, el cine de hoy en día, si un producto funciona, se franquicia hasta la saciedad. No tenía sentido franquiciar esa pequeña obra independiente, debería haberse quedado como película única. Todo lo que ha venido después ha sido rizar el rizo hasta niveles ridículos que dan vergüenza ajena.
David Leicht lo sabía, por eso se quitó de en medio tras la primera peli y ha tenido una carrera interesante después. Sin embargo, la carrera de Chad Stahelski se reduce a explotar este producto cada vez peor.
Después de la infumable tercera entrega me prometí que no vería ni una más de esta saga que nunca debió ser saga. Espero cumplir la promesa por mi propio bien.