Parece que se resume siempre a dos causas: el poco (pérdidas o incluso ventas) y el mucho amor por lo ajeno.
En mi caso fue lo segundo. Solía intercambiar juegos con un buen amigo que los cuidaba y devolvía en perfecto estado. Una de las veces me dejó el Obélix de Gameboy y, a la semana, cuando fui a cogerlo para devolvérselo, no estaba.
Me pegué horas buscándolo y días dándole largas a mi colega hasta que un día apreció por casa el padre de otro de mis "amigos" con el juego en la mano diciendo que lo "había encontrado" en su casa.
Por lo visto, el chaval lo había cogido de mi casa sin decir nada y no pensaba devolverlo así que supongo que el padre lo pilló e hizo lo correcto.
Por suerte la cosa quedo en nada pero hay chavales con la mano muy larga..