Para la mayoría de los internautas españoles, Futura Networks es una compañía sin mayor interés. Pero si decimos que detrás de este nombre se encuentra la organizadora de la célebre
Campus Party, su relevancia posiblemente sea un poco más patente. Desde hace tiempo era
vox populi que este evento de importancia histórica en la esfera tecnológica hispanohablante tenía graves problemas económicos derivados de una gestión desacertada; ahora sabemos que ha entrado en concurso de acreedores después de contraer deudas por valor de cerca de 9 millones de euros.
Futura Networks solicitó acogerse al
concurso de acreedores el pasado 15 de diciembre, una medida que ahora ha sido autorizada, desencadenando una carrera entre sus acreedores para recuperar lo adeuado. Según publica
Clipset, la organizadora de la Campus Party deja tras de sí un cuantioso agujero que comienza a formarse en 2012, poco después de que estallara una auténtica traca de escándalos económicos en Valencia que terminaría por cerrar el grifo de las subvenciones. Para entonces, la Campus Party ya trataba de evolucionar hacia un nuevo modelo de negocio que no terminó de cuajar.
El formato del evento tiene más en común con las conferencias tecnológicas que con las parties de antaño. La Campus Party hunde sus raíces casi dos décadas atrás en Benalmádena, Málaga, donde la Casa de Juventud comenzó a organizar una serie de reuniones de usuarios para jugar en LAN y compartir conocimientos. Estas quedadas terminaron por evolucionar hacia el concepto comercial de la actual Campus Party, que estalló a comienzos del nuevo siglo con el patrocinio de socios tan importantes como Telefónica y la celebración del evento en la Ciudad de las Artes y las Ciencias. Aproximadamente por aquel entonces comenzaron a acerarse las
críticas a la gestión del evento.
La popularización de las conexiones de banda ancha tuvo un importante impacto en el desarrollo y la temática de la Campus Party. Esta macroquedada de aficionados y expertos comenzó a orientarse hacia el circuito de las macroconferencias tecnológicas, con la colaboración de grandes compañías y ponencias a cargo de celebridades de talla internacional. A día de hoy, el espíritu de las primeras Campus Parties poco tiene que ver la fórmula actual, exportada a numerosos países extranjeros a través de oficinas exteriores que coordinaban el desarrollo del evento con las autoridades locales.
Según Clipset, Futura Networks ha dejado tras de sí una larga lista de acreedores formada por 120 individuos y entidades de diversa índole. La organizadora debe a Telefónica cerca de 1,5 millones de euros y algo más de un millón a Bankia, por no mencionar las deudas con Hacienda y la Seguridad Social (674.959 y 109.513 euros, respectivamente). Futura Networks también debe cientos de miles de euros a sus trabajadores y filiales internacionales, que se extienden a Brasil, México y Perú. El monto de lo adeudado se estima en 8.957.343,68 euros. El asunto se complica por el uso de varias sociedades en Irlanda que realizaban labores intermediarias para la Campus Party.
El futuro de la Campus Party está ahora en manos del empresario italiano Carlo Cozza (presidente de la firma de marketing y localización de contenidos
LocalEyes), que ha comprado por 3 millones de euros la marca y los derechos del evento.
Fuente: Clipset