¡Parrafada va! No leer si no se dispone de tiempo libre, paciencia y una carpa
¡Me presento! Soy Mello, soy maravillosa y escribo este hilo... pues...ehmmm... yo que sé. Porque me ha dado por ahí, porque me apetece contar mi vida, desahogarme y declarar mi amor a Skyrunner.
Hace un mes os hubiera dicho esto de mí: Tengo ojos, pulmones y vísceras varias. Tengo un novio maravilloso, aunque sea informático. Y tengo la enorme suerte de poder vivir con él. Por las mañanas echo una mano en un negocio familiar, por las tardes me preparo para sacarme el nivel C de catalán, tengo aspiraciones de futuro, amigos maravillosos y una familia estupenda, aunque bastante lejos. Es decir, os habría dicho que me considero la persona más feliz del universo. De hecho, es lo que os habré dicho a muchos.
¿Y qué digo ahora? Argh, arghhhh, arghhhhhhhhhhh. Y más argh. Que mi día a día es una tortura constante, inexplicable y horrible.
¿Qué ha pasado en estas semanas para que todo sea tan terrible? Hmmmm. Nada. De hecho, han pasado cosas buenas, muy buenas, a nivel profesional y personal. Oh, y ha habido muchos días de calor, de frío, otra vez de calor, y ahora llueve, y ahora no. Y eso a mi cerebro no le gusta. Y tampoco le debe gustar que mi vida sea estupenda, porque de lo contrario no se explica todo esto.
En fin, a lo que iba. Soy una persona afortunada, siempre lo he sido. Optimista al máximo, luchadora, feliz. También es cierto que toda mi vida he tenido ciertas etapas de extraña melancolía, que por fin encontraron su explicación cuando hace cuatro años me diagnosticaron depresión. Fue una etapa de mi vida horrible, aunque con medicación quedó atrás. Intentaron retirármela de forma definitiva, pero siempre que lo hacía, volvía a sentirme mal, así que tuve que quedarme con una dosis de mantenimiento. Y ey, con eso iba todo genial.
La industria farmacéutica se va a forrar con mi familia. Entre TOC, depresiones endógenas (eh, esta soy yo) y derivados, casi que debería adquirir acciones.
El caso es que una acepta que, al igual que hay gente que tiene problemas con los pulmones, con la circulación o con lo que sea, yo lo tengo con lo que sea que controla los estados anímicos en mi cerebro. Es muy curioso, porque imaginad un problema X. Con medicación, el problema X ni existía. Reducía dosis, y de pronto X empezaba a ser un mundo para mí. Volvía a subirla, y me preguntaba cómo era posible que dicho problema X me hubiese preocupado lo más mínimo alguna vez. Qué cosas estas de la química. Y qué frustración que mi mente decidiese ir por libre y tener que asumir mi pequeño trastorno.
Peeeero... cuando menos te lo esperas, tu cerebro se pone en huelga, con caceroladas y todo. No te avisa. O igual te avisa, pero no te das cuenta. Total, la melancolía no es mala, ¿no? Me ayuda a escribir cosas profundas y bonitas. Y por lo demás soy feliz. Mucho.
Pero entonces un día algo hace "crash". O como quiera que sea la onomatopeya de algo que se rompe y estalla hecho añicos. Te empiezas a levantar más desanimada. Más ansiosa. Pero todo va bien, ¿no?
No, no va bien. Cuando te quieres dar cuenta, no va nada bien. No te quieres ni levantar de la cama. Oh, mi en absoluto añorada depresión, será que vuelve a por mí. Bueno, ya he lidiado con ella antes, puedo hacerlo ahora. Eso es lo que te dices. Ja.
Cuando ya eres consciente de lo que pasa, no sabes dónde meterte para escapar del dolor. Tienes miedo, duele, y no sabes el motivo. Le explicaba a uno de mis merluzos que no tener un motivo no hace que el dolor sea menos real. Imaginad que cada día os amputan las piernas. No es agradable, ¿verdad? (bueno, salvo que seas masoca). Se pasa mal. Pues bien, imaginad que realmente no os están amputando las piernas. Miras y ves que las piernas siguen en su sitio. Pero sientes el dolor. Te dicen que el dolor está producido por tu mente, que realmente no vas a perder las piernas. Cosa que compruebas al ver que están donde deberían estar. ¿Pero y qué haces con el dolor que, de todos modos, experimentas? Ese dolor está ahí y no te puedes librar de él. Y ver que tus piernas no están amputadas no es que termine de ayudar, sino que encima empiezas a pensar si no estás perdiendo la cabeza por sentir dolor cuando todo tu cuerpo parece ir bien.
¿A que es divertidísimo el panorama? Pues así estoy yo. A veces mejoro, y solo noto que me hacen pequeños cortes, mucho más llevaderos que las amputaciones, claro está. Y entonces pienso que esto pasará, que la medicación hará su efecto y dejaré al fin ese dolor metafórico de mis pobres y torturadas piernas. Pero a los dos días te levantas y eeeey, ahí van las amputaciones de nuevo. No perder la calma y resignarse es complicado. Pero hay que hacerlo.
Pero lo peor no es eso. Lo peor es que las personas no estamos hechas para aceptar el dolor sin explicación racional. Hemos aprendido que si estamos tristes, hay un motivo. Y que resolviendo el motivo, desaparece la tristeza. Y si no encuentras un motivo, tranquilidad, tu mente se encargará de buscarte alguno. ¡O miles!
En este mes he pensado todo tipo de motivos. Desde que mi trabajo no me gusta (aunque hace un mes me pareciese estupendo) a que ya no quería a mi novio (sí, al mismo al que le estaba escribiendo una carta romántica la semana antes de que estallase mi crisis). Y la lógica te dice que eso no puede ser, que tú no puedes estar encantada con una cosa y al mes pensar que es la culpa de todos tus males.
Pero está el dolor, y el dolor nubla la mente. ¿Y si, de manera inconsciente, todo esto no me gustaba, lo he estado aparcando a un lado, y resulta que se me ha venido ahora todo de golpe? Llegas a preguntarte esto, como llegas a preguntarte mil teorías más. Y es un fastidio, porque realmente no sientes que sea una solución. Más bien es que necesitas escapar del dolor e, inevitablemente, piensas en posibles orígenes para poder enfrentarte a él y aniquilarlo.
Y aquí es cuando mi psiquiatra me recordaría que no tengo ningún motivo externo, que esas rumiaciones y ese negativismo son los síntomas de una depresión. Y que si es de tipo endógena, y más con mis antecedentes y lo que me afectan los cambios de estaciones, recaer es de lo más normal. Y tú sientes ganas de asesinar a alguien, porque por mucho que te digan que es normal, a ti no te lo parece. No debería estar permitido que fuese normal tener un problema que te confunda hasta el punto en que no sepas si tus pensamientos son tuyos o de otra persona. La ONU debería prohibirlo. O Jixo. Desde luego, yo lo prohibiré cuando domine el mundo, os lo aseguro.
Pero en fin, al final te resignas. Bueno, no. Primero me empeño en que me vuelvo a mi casa y mando todo a la mierda, pareja incluida. Menos mal que este pobre ya me conoció cuando pasé mi primera depresión, como amigo en lugar de como pareja, y sabe que eso mismo me pasaba años atrás con mi anterior relación. Pero entonces me digo... anda, pero si mi anterior relación se fue a la mierda... ¡esta igual también! Lo cual, en cierto modo, sería un alivio. Una putada para mi pobre novio, pero un alivio para mí, que tendría ante mí la raíz del problema y la podría cortar. Pero nada, aunque me plantee eso, no solo no logro sentirme mejor, sino que me pongo muchísimo peor. Porque sé que realmente no es lo que quiero, pero no se me ocurre qué más hacer. Sé que no disfruto estando a su lado, pero tampoco disfruto leyendo, jugando a la consola o estando con mis amigos. Y no es que ya no me guste leer o ya no me gusten mis amigos. Así que por esa regla de tres, no debería pensar que ya no me gusta mi pareja.
Y hala, ya estamos otra vez teniendo que racionalizarlo todo para calmarme. Pero entonces vuelven los pensamientos. No... igual sí estás mal con él... y por eso has dejado de disfrutar de todo lo demás....
Y yo me giro hacia la estúpida voz que me susurra eso y le digo que no tiene lógica alguna que pase de adorar a mi pareja a que de pronto sea la culpable de todos mis males. Además, yo ya he vivido el desamor y el tener problemas de pareja de verdad, incluso el dejar una relación. Y ese dolor no era como este. Ese dolor era normal, real, tangible. El dolor propio de algo que va mal en tu vida, que lo alejas y que duele. Pero mucho más llevadero que el dolor de vete a saber qué. Oh, sí, de mi depresión. Pero la depresión no se ve, no se toca, no sale reflejada en análisis. Y en el las distorsiones negativas propias de este trastorno, te llegas a plantear si de veras es eso lo que te pasa. La gracia es que luego, por la noche, igual me encuentro estupendamente y me como a mi informático a besos. Pero a la mañana siguiente es solo un recuerdo que se diluye y que no entiendo.
En fin, a estas alturas creo que he dejado más o menos claro que mi día a día es una lucha constante entre pensamientos negativos, anhedonia no demasiado acusada (por fortuna) y un miedo terrible a perder la cordura y no saber qué ideas son mías y qué ideas son impuestas.
Lo llevo bastante bien, creo. Hoy he dejado de trabajar, porque no he sido capaz de aguantar más. Pero bueno, cuestión de recuperarme. Ya me recuperé una vez de algo mucho peor, de un estado anímico que me tuvo un mes entero en cama, deseando desaparecer de este mundo y sin ser capaz de disfrutar de nada. Ahora no sé si es por haber tenido siempre esa pequeña dosis de medicación de mantenimiento, pero esto no me ha atacado tan fuerte. Me cuesta salir con mis amigos, pero cuando venzo el miedo, luego disfruto con ellos.
Sé cómo funciona esto, tengo que intentar hacer cosas aunque no me apetezca, y primero tengo que empezar por las que me gustan (o las que antes me gustaban) sin sentirme mal por conseguir disfrutar de una tarde con amigos cuando esa mañana no he sido capaz de ir a trabajar. Todo a su debido tiempo, primero hay que conseguir llevar a cabo lo fácil y luego, cuando vaya mejorando, a atacar lo difícil. Así funcionó hace años y así funcionará ahora. Lástima que, por ahora, hasta la parte de quedar con los amigos se me antoje todo un desafío.
Ya llevo medio servidor de eol consumido solo con este tocho. Pero me da igual. Porque así de paso me explico ante ciertos eolianos preocupados a los que no les he llegado a contar exactamente qué me pasaba. Y a los demás, les explico un poco de qué va esto de las depresiones. O al menos, de mi depresión, porque hay de muchos tipos y cada una es un mundo.
El martes tengo cita con el psiquiatra, para que vea qué debe hacer conmigo para mejorar. Hace años necesité una temporada con dos antidepresivos combinados y mejoré espectacularmente. Igual ahora pasa otra cosa así, milagrosa y molona.
Pero hasta entonces, toca ser fuerte. Porque lo cutre de estas cosas, es que la medicación puede tardar semanas en hacer efecto. Y hasta entonces, te toca lidiar con esta pesadilla sin ayuda alguna. Luego la evolución, en mi caso, es bien sencilla. La medicación hace efecto y, del mismo modo que inexplicablemente todo empezó a ser un asco, todo vuelve a ser maravilloso. O al menos, vuelve a ser normal, lo que para mí ya es estupendo. Que yo siempre he sido una de esas personas que se sentía afortunada solo por tener un techo y comida, así que lo único que necesito para ser feliz es que mi cabeza vuelva a ser mía. No pido tanto, ¿no?
También quiero aprovechar este hilo para mandar un mensaje a toda persona que pase alguna vez por un mal momento. Nunca hay que rendirse. Vamos, no me rindo yo que a veces acabo llorando de pura frustración y desesperación por este trastorno, menos se debe rendir alguien que realmente tiene en sus manos las riendas de su vida, sin ningún problema mental que se dedique a arruinarle la felicidad sin pedir permiso. No me rendí en su día, cuando el sufrimiento era tal que solo podía desear desaparecer para siempre, no me voy a rendir ahora, que aunque sufra, al menos tengo algunos momentos al día en los que soy capaz de disfrutar, aunque sea poco.
Y es que la vida está para luchar y pelear. Y aunque para mí es más fácil en los momentos malos pensar que ojalá no hubiese nacido (cosa que ni en broma pensaría estando bien), la realidad es que he nacido (para torturaros unos pocos) y que tengo un problema, por injusto que me pueda parecer tenerlo. Porque la vida es la que es, no es justa ni injusta. Y a mí me toca sufrir lo indecible con estas cosas, pues es lo que hay. Me lo tomo como un RPG donde tengo que salvar el mundo, pero teniendo que salvarme a mí misma. Me esperan batallas duras, pero al final me recuperaré. Aunque mi mente me diga que no, sé que a mi mente no se le puede hacer caso en estas circunstancias, así que la ignoro. Ignorar a la propia mente es raro, es como traicionarte a ti misma, aunque sepas que no eres tú la que realmente piensa eso.
Pero bueno, no se puede hacer nada. Tratar médicamente mi trastorno y hala, paciencia. Llevar lo mejor posibles los momentos de "no siento nada por nadie" o "me estoy volviendo loca" y ya está. Es fácil de decir, difícil de hacer. Pero desde luego, hay que intentarlo. Eso o me quedo llorando en un rincón, cosa que me parece bastante improductiva.
Al menos, puedo escribir, como hago ahora. Puedo intentar entender lo que pasa y puedo seguir adelante aunque esté muerta de miedo. Y es que como para no estarlo, yo soy capaz de soportar cualquier bache en el camino, pero perder el control de mí misma me supera. Ser yo pero sin serlo... es una experiencia que claro que da miedo. Pánico, vamos. Especialmente cuando sabes que te puede pasar sin detonante alguno, cuando crees que todo marcha genial. Es como saber que no tienes el control de tu vida, de tus sentimientos, y que ese control, aunque lo recuperes, lo puedes perder en cualquier otro momento. Pues fastidia, y mucho.
Pero bueno, creo que puedo decir que soy una persona afortunada. Tengo esta maldición, pero cuando se pasa, me convierto en la persona más feliz del universo. Y mientras muchos lloriquean por cualquier tontería o no se atreven a vivir la vida, yo tengo la suerte de no pensarme dos veces el perseguir mis sueños. Siempre veo el lado positivo de la vida, siempre estoy con ganas de más, agradecida de disponer de esta vida. Y eso no me lo va a arrebatar un trastorno cutre. Al menos, no para siempre.
Así que esta es mi vida, la vida de la persona más feliz del mundo, pero a la que le tocó un cerebro defectuoso. No me preocupa lo mal que me puedan ir las cosas en un futuro laboralmente, sentimentalmente, a nivel de amistades... todo eso se supera. Todo eso duele de forma humana y normal. Solo quiero que pase esto. Con tener mi cerebro intacto me conformo, con ser dueña de mí misma me es suficiente. Si es que dejé una relación de casi una década, dejé mi casa, mi ciudad, mis amigos, para irme a un lugar donde nunca antes había vivido, de nuevo con mis padres, sin conocer a nadie. Y fue jodido, claro. Pero entonces mi mente era mía y ese dolor fue taaaan llevadero. Cómo añoro el dolor de las cosas reales, de los problemas con solución.
Pero lamentarse no cura mis problemas. Así que me centro en lo bueno de cada día. A luchar, a luchar y a luchar. Y a escribir parrafadas en eol. Yeah.
Lo malo es la incomprensión de mucha gente. Para ellos, o eres un cuentista, o estás para encerrar. No pueden entender que tu cerebro no funcione todo lo bien que debería, como a uno puede no funcionarle bien un riñón. Y resulta que el estado anímico, las formas de interpretar la realidad, tus sensaciones... todo eso lo maneja tu mente. Así que ya puedo intentar tener la mejor de mis sonrisas en estas etapas que no cambia nada. Y es frustrante que no esté en tu mano. Pero es lo que hay.
No importa, me recuperaré. Volveré a ser la persona más feliz del mundo. Y dominaré el mundo. Y a los hombres os obligaré a vestir de cuero o a llevar falda. Yeah.
Y a estas alturas de la parrafada, me pregunto si alguien habrá entendido algo de lo expuesto y si realmente tiene alguna utilidad. Pero eh, quiero aprovechar uno de mis momentos buenos para escribir, para dejar expuesta mi situación y servir de referente a mi yo de los malos momentos... y a cualquier persona que algún día pueda verse en una situación similar. Si de estas cosas no se libra la gente maravillosa como yo, cualquiera puede caer en esto. Uuuuuh...
Total. Que gracias a los merluzos que me han ido apoyando, perdón a cierto besugo con el que me mostré un tanto irritable hace unas semanas (supongo que en otras circunstancias, habría sido más comprensiva contigo) y espíritu de lucha para todos aquellos que atraviesen alguna vez un mal momento, tengan cerebros cutres o en perfecto estado. Aquí no se rinde nadie. No sin mi permiso, al menos.