Todo lo que reseñaban como defectos en los análisis de Mafia 3, a mí me parecían virtudes. Sólo soporto un GTA like o sandbox por el estilo si la ambientación me gusta, y ésta era genial, la América convulsa de la lucha por los derechos civiles, el racismo y demás mandangas. La ciudad era increíble -ese rollo mestizo y criollo tan guapo- y los protagonistas tenían tanto carisma que en un juego de rol se habrían materializado en el salón y follado hasta al maestro de la partida. Los vehículos lucían geniales y los tiroteos eran muy arcades y divertidos. La música, brutal. La historia tenía ecos a Sidney Lumet, a Scorsese y a la épica descarnada de las pelis policíacas que más me gustan -¿recordáis la sauna con gente dándose por el culo y tras el espejo la cámara de un chantajista grabándolo todo? ¡Oro en lingotes, nenes!-; pero si incluso había flirteos metafísicos y religiosos en las conversaciones, líneas de diálogo que me recordaban a Paul Schrader. Un gran juego.
Nunca me he encontrado nada parecido a lo que leo a mi alrededor como en esta gen. En la anterior también ocurría, pero estos años han sido increíbles para el observador atento con criterio libre. A muchos no les habrán gustado juegos como Mafia 3, Days Gone, Final Fantasy XV y una larga lista de ejemplos de juegos tratados injustamente por la prensa del sector y las webs o canales amateurs, pero ¿hasta qué punto el rechazo que genera un juego como Mafia 3 obedece a una cuestión de gustos personales y dónde nace la influencia nefasta de unos cuantos juntaletras -y youtubers, e instagramers- desde sus revistas de papel o virtuales? Luego habría que separar de este comentario la complacencia instalada en muchos, que pretenden tener entre sus manos varias obras maestras cada mes, cuando eso no ocurre en ninguna disciplina artística (ni en cine, ni en música, ni en literatura, ni en nada), y en cuanto prueban un juego que no alcanza la excelencia, pero sí una nota más que aceptable, lo descartan, y hasta opinan sobre él sin ni siquiera haberlo jugado más de una hora, incrementando la bola que lo lastrará.
Aguardando al lavado de cara de los dos anteriores Mafia. A ver qué tal.