Muere al quedar atrapado durante días en la chimenea por la que entró a robar
Un vecino de la localidad sevillana de Morón de la Frontera recordará el de ayer como el día en que se llevó si no el mayor susto de su vida, sí la sorpresa más desagradable que podía esperar.
Ocurrió a pocos kilómetros del núcleo urbano, en la zona de «La Mela», en el Camino de Marchena, donde el hombre, un industrial de la distribución, disfruta de un chalé que utiliza como vivienda de ocio para las vacaciones y los fines de semana.
Probablemente esa circunstancia, que se tratara de una vivienda habitualmente desocupada, fue la que llevó a un joven de la localidad a interesase por lo que pudiera contenerse en la misma. Así, ni corto ni perezoso, el joven buscó la manera de colarse en el chalé, y para ello no se le ocurrió otra cosa que aprovechar el hueco de la chimenea, hasta la que trepó para luego dejarse caer por el mismo.
Con lo que no contaba el amigo de lo ajeno era con que la oquedad por la que pretendía bajar hasta el salón del chalé no era, precisamente, de su talla. Tanto fue así que, a poco de iniciar el descenso, el hombre notó que comenzaba a quedar atrapado en el hueco, por lo que decidió desistir de su intento y emprendió las maniobras precisas para poder regresar al exterior. Sin embargo, la presión resultó ser tal que, por muchos intentos que hizo, lo más que apareció por la boca de la chimenea fue una mano y parte del antebrazo.
La autopsia tendrá que determinar ahora cuánto tiempo estuvo el joven dentro de aquel agujero y cuál fue la causa final de su muerte, pues lo más que el dueño del chalé encontró ayer dentro de la chimenea fue un cadáver en descomposición del que, como la joven que retrató Bécquer en la leyenda de la Venta de los Gatos, sólo quedaba al exterior una mano, en este caso la que el fallecido había podido sacar en un desesperado intento por escapar de la trampa mortal en que se había convertido la chimenea.
Tras el macabro hallazgo, el propietario del chalé puso los hechos en conocimiento de la Comisaría del Cuerpo Nacional de Policía, cuyos agentes comprobaron la veracidad de la denuncia.
Una vez que pudo ser sacado de la chimenea, el cadáver fue inicialmente identificado como el de Ricardo C.G., un joven de 30 años al que le constan varios antecedentes por robo con fuerza. No obstante, tendrán que ser la autopsia y los consiguientes análisis de ADN los que corroboren la identidad del fallecido.
A priori y tras realizar el levantamiento del cadáver, el forense estimó que el fallecimiento se había producido hace unos cuatro o cinco días, aproximadamente los mismos que llevaba Ricardo sin aparecer por su casa, según confirmó su madre.