También puede ser, no lo descartemos, que estés manejando libros "MALOS", es decir, mal escritos, o escritos de cualquier manera, sin pensar en la persona que tendrá que descifrar lo que pretende explicar el autor.
Esto también pasa con las conferencias. Hasta ahora, sólo me ocurrió una vez que asistí a una conferencia que daba un filólogo, el cual era un tipo tan pedante, tan pedante, tan pedante, que se propuso hacer una intervención lo más técnica, compleja y oscura posible, metiendo frases larguísimas con oraciones subordinadas, usando jerga exclusiva de filólogos, para quedar como un tipo muy culto y dejar bien clara su superioridad intelectual.
Las personas presentes en la sala, incluidas las autoridades, comenzaron a los pocos minutos a poner cara de "no me estoy enterando de nada". Y el tipo, que veía esas caras desde la mesa de ponentes, ni se inmutaba, y seguía regodeándose en su lenguaje oscuro, seguramente feliz de estar consiguiendo su objetivo de no enseñar ni transmitir nada.
En otra ocasión un ponente hispanoamericano intentó hacer la misma jugada, y soltó un tostón de charla que en teoría iba a ser sobre un tema, pero no concretó nada ni explicó nada, no vaya a ser que alguien aprendiese algo. Cuando finalizó su intervención, una de las autoridades presentes allí, se dirigió a él y le espetó: "Por favor, ¿podría decirnos cuáles son los objetivos y contenidos de esta charla?". Todos se echaron a reir.
Hay gente que escribe o habla para demostrar su superioridad, y no quiere enseñar ni transmitir nada. Y hay gente que es todo lo contrario. Si el libro te parece infumable, a lo mejor, es que lo es.