Nunca se volverá a pagar por simples copias, nunca jamás. En un mundo de clones, lo único por lo que la gente está dispuesta a pagar es por lo auténtico. Así de tajante se mostró el abogado y activista Carlos Sánchez Almeida en una
conferencia realizada el pasado viernes en Palma de Mallorca. Titulada
Internet y cultura libre: manual de uso (o cómo acabar de una vez por todas con el P2P), fue estructurada en forma de guión cinematográfico, en clara alusión a la nueva
Ministra de Cultura, y presentó en ella algunas ideas y reflexiones a tener muy en cuenta.
Una de estas ideas es una forma diferente de revitalizar el mercado del cine, obligando a que las películas subvencionadas sean licenciadas bajo una licencia libre:
Han leído bien. Si alguien quiere publicar su obra bajo copyright estricto, que se quede sin subvenciones y sin desgravación fiscal. Película que financia el pueblo, película para el pueblo: cine procomún. Utópico, ¿verdad? Pues no tan utópico como intentar mantener con vida, mediante ingente inversión pública, un sector en estado terminal. Como si se tratase de una especie protegida, y encima pretender que los ciudadanos pasen por caja y sigan consumiendo sin rechistar: eso sí que es utópico.
¿Hablamos de modelo de negocio? Pues bien, ahí va uno revolucionario: volver a llenar los cines de gente. Gente que vaya al cine no a ver fútbol, sino cine de verdad. Señora Guionista: suprima los parásitos del cine español. Con el dinero que puede ahorrarse en derechos de reproducción y exhibición, devuelva la magia al viejo cine. Sáquelo de los centros comerciales, donde es un simple producto, y devuélvalo a los barrios, para que vuelva a ser una fábrica de sueños. Pague a los acomodadores, ponga en marcha la máquina de palomitas, y vuelva a abrir el viejo Majestic. Sin copyright es posible.
Almeida también tuvo espacio para la autocrítica, recordándonos que los internautas tenemos una cita el próximo
24 de mayo:
Durante muchos años, los ciberactivistas hemos luchado para conseguir para Internet los mismos derechos que podemos ejercer en la calle. Para que las ideas circulasen por Internet con la misma libertad con la que las personas pasean por el mundo real. En algún momento del camino nos hemos equivocado. A medida que íbamos consiguiendo ejercitar más y más derechos por Internet, hemos dejado de ejercerlos ahí fuera, y las calles se han ido quedando progresivamente vacías. Hace tiempo que el poder ha dejado de tenernos miedo. Nos desprecia. En un contexto de brutal crisis económica, el descontento no trasciende a las calles, y ante las próximas elecciones europeas, el poder sólo piensa en las claves mediáticas del corto plazo. [...]
Si de verdad aspiramos a un mundo interactivo, donde se rompan los viejos esquemas piramidales, ha llegado el momento de cambiar el guión. Si La Red quiere convertirse en La Trama, tiene que salir a la calle, y hacerlo ya. Ahí fuera existen muchos derechos que están esperando para ser ejercidos. El derecho de reunión, el derecho de manifestación pacífica y sin armas. Y el derecho al voto. Escribamos nuestro propio guión.