Desde hace ya varios años, las únicas novedades relacionadas con el intercambio de archivos y los programas P2P son las periódicas actualizaciones del Emule. La persecución judicial en Estados Unidos y la presión de la industria audiovisual en todo el mundo han relegado las investigaciones sobre el software colaborativo a los laboratorios de algunas universidades. Sin embargo, una empresa española ha creado Omemo, un programa que puede revolucionar la manera en que la gente comparte.
Ellos lo definen como un disco virtual en el que los usuarios ceden una parte de su disco duro a la red. Esa es la primera diferencia que tiene con los Emule, BitTorrent, Soulseek y compañía, lo que se comparte es espacio no contenidos. A cambio, el usuario puede colocar en el disco duro virtual cualquier archivo, trabajar con él como si de uno físico se tratara y acceder a todos los que ya existen en la red.
Omemo ofrece muchas más novedades. Tantas que sus creadores, la empresa MP2P Technologies con Pablo Soto a la cabeza, lo denominan P2P 2.0. Por un lado es persistente. En los otros programas de intercambio, cuando el que ofrece el archivo se desconecta, el que lo está bajando se queda sin esa fuente y le toca esperar.
Aquí, una vez puesto un documento en el disco virtual nadie puede borrarlo o modificarlo, ni siquiera su creador. En un ejemplo de distribución extrema, el archivo en cuestión es troceado en paquetes de 64 KB, a cada trozo se le imprime una huella digital única, después se encriptan los trozos y antes de lanzarlo a la red se les asigna un identificador que permite al sistema su posterior rastreo y recomposición en el archivo original.
Estas medidas de seguridad "con un punto de paranoia", como reconoció Soto durante la presentación el pasado viernes, hacen de Omemo el programa de intercambio más anónimo y refractario a la censura que haya existido. No hay forma humana, al menos sus creadores la desconocen, de saber quién ha subido un determinado archivo y quién se lo baja.
En realidad, el usuario nunca tiene el archivo en su ordenador. Es más, no conoce lo que contiene su parte de este disco universal. Él sólo tiene un nombre, le basta con pinchar para oírlo, verlo o reproducirlo. Esta arquitectura complica también los intentos de bloquearlo por parte de gobiernos que acostumbran a censurar lo que circula por internet.
Durante la presentación, uno de los asistentes preguntó entonces que pasa con los contenidos indeseables que algunos pongan en circulación en Omemo. Soto, tras recordar que lo suyo es crear tecnología y no la moral, mencionó otra de las características de su desarrollo. Siguiendo la corriente Web 2.0, los diferentes archivos pueden ser valorados por los usuarios.
Además de etiquetar cada archivo, cuando alguien no quiere determinado material lo borra. El documento desaparece de su lista pero no de la red. Este borrado funciona como un voto negativo. La combinación de votos negativos y positivos hará que unos archivos suban y otros vayan quedando arrinconados.
El caos aparente irá dando paso al orden. Para hallar material, Omemo incluye un buscador. Además, su estructuración en carpetas al estilo de Windows, facilita el trabajo. Todo es rastreable, salvo lo que cada usuario quiera reservar para sí y los que él desee, ya que el programa permite crear carpetas de acceso restringido. El código de Omemo, que aún está en fase de pruebas, es de libre acceso, lo que permitirá mejoras sobre la marcha y, con la participación de voluntarios, versiones para los entornos Mac y Linux.
"¿No tendréis problemas legales con la SGAE?", pregunta un asistente. Soto, que después de crear varios de los programas P2P más populares a comienzos de siglo, como Blubster, Piolet o ManolitoP2P, se fue a Estados Unidos para impulsar el lobby P2P United, aseguró que "¿quién no los tiene?". Y añadió de inmediato que, "junto al trabajo técnico, han hecho un intenso trabajo legal". La filosofía que hay tras Omemo, ideado hace 2 años, pero desarrollado en los últimos 8 meses, es, según su creador, "aunar la libertad de expresión con el almacenamiento social".
Fuente:
http://www.elmundo.es/navegante/2007/07/07/tecnologia/1183806218.html